Kibutz Naarán -Jag Gadid
Kibutz Naarán
Jag Gadid
Fiesta de la Cosecha de Dátiles
Sucot 5769
Fiesta de la Cosecha
Fiesta de la cosecha, fiesta de la cosecha
Ojalá se multiplique.
En el campo ya se cosechó el trigo
Y en el viñedo ya fue la vendimia
Ahora, con el otoño,
La cosecha del dátil celebraremos
con canto y alegría.
Al granjero y al campesino
Un año de paz y lluvias le deseamos
Y de trabajo en cada esquina
Y una cosecha llena de alegría.
Fiesta de la cosecha…
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Es día de fiesta, felices fiestas,
¡Niños, a alegrarse!
A nuestra Sucá llegó un invitado:
Abraham Avinu, ¡bienvenido!
Juntos festejaremos,
con lulav, hadás, etrog,
Oh, ah, mucho nos reiremos
En ronda bailaremos,
¡En ronda bailaremos!
Es día de fiesta, felices fiestas,
¡Niños, a alegrarse!
A nuestra Sucá llegó un invitado:
Itzjak Avinu, ¡bienvenido!
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Martillo y clavo
Martillo y clavo
Tomemos pronto.
Una Sucá construyamos,
Niños y niñas.
Tablas traeremos
Y ramas para el techo
Para adornarlo
En honor a la fiesta.
Una caña y otra
Una Sucá construiremos.
Tablas traeremos,
Juncos reuniremos,
Para el techo de la Sucá.
Rápido, rápido,
No hay tiempo que perder,
No hay un momento libre.
¡Mañana es Sucot!
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Se llenaron de granos nuestros silos
Se llenaron de granos nuestros silos
Y nuestras bodegas con vino,
Nuestros hogares bullen de bebés
Y nuestros animales son fértiles.
¿Qué más nos has de pedir, patria,
que no te hallamos dado aún?
¿Qué más nos has de pedir, patria,
que no te hallamos dado aún?
Relato de siempre
Y de nuevo toca a su fin el verano grande y tórrido. Callaron los sonidos de las cosechas y el mugir de las vacas. Se desplomaron los jardines, se cansaron los campos. En los márgenes se juntaron los corrillos, y las últimas palabras se encontraron con las primeras, repetidas, y en el aire saturado del dulzor de Tishrei se elevan voces vitales desde una profundidad desconocida.
Cosecha. Tu rostro mira horizontes de pan y fruto. Y tus oídos atentos, hacia el que viene y hacia el que va. Frente al sol que adelanta su ocaso, más allá de las columnas de polvo en los campos, surge la otra cara de lo que existe, y haces cuentas con tu alma, con el hombre y con el mundo. Con el fin y con el principio repetido. Y tu cuenta va hacia el silencio de la piedra, que recuerda.
Enorme cansancio y profundidad de visión. Ves ojos confinados, atrapados en un sitio de crepúsculo, ojos de amigos muertos, ojos anhelantes de primeros y últimos, de ancianos y jóvenes, cuyo amor se ha derramado sobre estos surcos.
Cosecha. Recolección del fruto, delicia de siega. Cosecha de los ecos vivos de aquí y de más allá. Y el buen viento del atardecer que susurra en las espinas su relato de siempre, del ser y el dejar de ser, de lo que se eleva y de lo que fenece.
Éxodo, 23
14. Tres veces al año celebrarás fiestas en Mi honor. 15. Guardarás la fiesta del pan ázimo, que comerás durante siete días, como te mandé, al tiempo señalado del mes de la primavera (Aviv), pues en él saliste de Egipto, y ninguno se presentará a Mí con las manos vacías. 16. También la fiesta de la siega de las primicias de tu labor, de lo que hubieres sembrado en el campo, y la fiesta de la terminación de la cosecha, a fin de año, al acabar de recoger lo que sembraste.
Doblando la palma
Termino mi jornada de trabajo. Mis ropas están mojadas. Palpita mi cabeza. Los músculos duelen. Hasta que llegue al kibutz con mi herramienta todo estará seco y olvidado. Mañana al amanecer. No hay tiempo, el ritmo no es suficiente. Pero qué vamos a hacer, ¿verdad? Aprenderemos del mejor. Veremos cómo los veteranos lo hacen y absorberemos un poco. Empezamos. Ayer se sentía más difícil. El ritmo mejora. Los músculos todavía duelen, pero es parte de la diversión. En mis dedos ya están los cortes de los alambres. Pero la mente ya está concentrada en el próximo lance, en la próxima mano, en el ángulo perfecto. Y la mano me hace caso. Termino otra jornada. La ropa está mojada. La cabeza palpita. Los músculos duelen. Hasta que lleguemos al kibutz con las herramientas, todo estará seco y olvidado.
Termino otro día con el grupo. Los músculos duelen. El cerebro estalla. Los pensamientos vuelan en todas direcciones. Pienso en la actividad que no funcionó, en la que sí. ¿El mensaje fue claro? ¿Y la charla con la janijá? ¿Las cosas que le dije están en su cabeza como las cosas que ella me dijo a mí me perturban hasta quitarme el sueño?
Cuando me preguntan a qué me dedico, siempre me confundo. Soy un agricultor en un kibutz de educadores. Educo en una plantación de agricultores. ¿Soy primero un educador o antes un granjero? No importa. Al final del día me quedo con la misma pregunta y con el mismo deseo de levantarme a la mañana siguiente para ser una mejor persona.
Shalev
Cosecha
Letra: Itamar Prat
Música: Naomi Shemer
Recoge tus actos
Tus palabras y tus letras
Como una cosecha bendita y pesada.
Recoge las flores
Que devolvieron los recuerdos
De un verano que pasó antes de tiempo.
Recoge todas las vistas de su bello rostro
Como recoges el fruto y el grano.
La tierra es gris bajo los rastrojos
Y ya no le queda nada por dar.
No hay más tallos en sus espigas
Y no hay más promesas ni votos
Solo la promesa del viento:
la lluvia llegará a su tiempo
y acariciará la tierra al final de Tishrei.
Y al final del verano estarás frente al campo, frente a esos surcos que son tuyos, y verás las espigas apiladas; solitarias, sin el fruto de su amor. El gusto de la emoción de la cosecha, el pendular de la guadaña y el aroma del cereal todavía se disipa en ti un poco, se desvanece de las puntas de tus dedos. Al final de un año de trabajo, frente al campo de tu vida, la sensación de un peso colosal y vacío es grande, muy grande. Bajo el sol, nada se renueva.
La educación es como el trabajo de la tierra; en qué estaciones se pesa, en qué ciclos de simiente se mide. El educador y el fruto, el hombre de la tierra y el educando, alternadamente una y otra vez, en la danza del arado, la siembra y la cosecha. Y las lluvias… ¿son benditas? Y los años, ¿se pierden? Los surcos son largos, y su destino es añoranza.
Enséñame, Dios, la bendición de las lluvias, las danzas de la cosecha, enséñame canciones sencillas de pan, y la canción de recolectar, para que conozca lo nuevo de cada día bajo el sol, para que aprenda a alegrarme con mi labor.
Nimrod
Deuteronomio, 16
13. Celebrarás la festividad de las cabañas (Sucot) durante siete días, una vez recogido el producto de tu era y de tu lagar. 14. Te regocijarás en la celebración tú con tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que moraren contigo. 15. Durante siete días harás la celebración al Eterno tu Dios en el lugar que Él escogerá, porque (al hacerlo tú así) el Eterno te bendecirá en todo cuanto hagas con tus manos, y estarás verdaderamente alegre.
Aleluya
Letra: Yankale Galpaz
Música: Meni Gal
Un hombre vuelve y la cosecha de su día
Modesta es y pobre,
Y a su espalda los problemas cotidianos
Lo cargan como una torre.
Y ve de repente frente a él
Los dos ojitos de su hija
Entonces le canta y ellos con él
Cantan Aleluya.
Aleluya, esa es la canción
Que se eleva de todo rincón de la ciudad
Cuando un hombre y los dos ojos de su hija
Cantan Aleluya.
Un hombre construye sus edificios
De vanidad y naipes,
Día tras día se esfuerza y trabaja
Día tras día se derrumban.
Pero frente a la caída de los naipes
Se eleva el sol sobre él
Y los vuelve a juntar
Y canta Aleluya.
Aleluya es la canción
Que se eleva desde todo rincón de la ciudad
Cuando el hombre reúne todos sus naipes
Y canta Aleluya.
Se extienden mis días ante Dios
Él conoce mis caminos
Y todas mis canciones, como plegarias
Fueron enviadas a los confines.
Y cuando llegue el final de mi camino
Sellaré en silencio mi vida
Y una canción nueva, joven y viva
Será entonada, Aleluya.
Aleluya, es la canción
Que se elevará de todo rincón de la ciudad
Y es nuevo, joven y vivo
Y canta, Aleluya.
Levítico, 23
33. Y le dijo el Eterno a Moisés: 34. "Diles a los hijos de Israel: «El día quince del mes séptimo será la festividad de las cabañas (Sucot) para el Eterno, que durará siete días.»
39. Y el día quince del mes séptimo, al término de la cosecha, celebraréis festividad al Eterno (la fiesta de las cabañas) durante siete días. El primero será de estricto descanso, como asimismo el día octavo. 40. Y tomaréis para vosotros frutos de cidra (árbol cítrico), hojas de palma, ramas de mirto y de sauce del arroyo, y os regocijaréis ante el Eterno vuestro Dios, durante siete días. 41. Será una fiesta al Eterno de siete días en el año. Ley eterna será para vosotros esta fiesta, para que la celebréis anualmente cada mes séptimo. 42. Viviréis en cabañas esos siete días. Cada nativo de Israel habitará en cabañas, 43. para que vuestras generaciones sepan que hice habitar a los hijos de Israel en tiendas cuando los libré de la tierra de Egipto. Yo, el Eterno, vuestro Díos.
La recolección del dátil, en números
En total, fueron enviados hasta ahora 134,80 toneladas de (dátiles) Madjoul, que son 487 paletas y 47780 bandejas. La mayor parte del fruto fue enviado en estado fresco: 287 paletas, y solo 75 paletas fueron enviadas en estado preparado. A pesar de ello se escuchó el "qué tipo eres" 33 veces durante la recolección. Ayer se vendió la última palma Nur. En total se vendieron este año 39,50 toneladas de palma Nur. Los agrónomos que revisaron el agua con que las regamos antes de la recolección dijeron que eran buenas para un cultivo: besugos. Doce veces los tasadores visitaron la plantación durante la cosecha. Todos se entusiasmaron con las chicas. La mayor parte de la palma Nur se vendió en la Franja de Gaza y así contribuimos lo nuestro a la ruptura del bloqueo. Este año se consumieron, durante la cosecha, 390 porciones cárneas y solo 50 vegetarianas. En la cosecha de dátiles se trabajaron 669 jornadas, lo que significa que, si lo hubiera hecho solo, me habría llevado un poco menos de dos años. En la recolección de dátiles se trabajaron 6937 horas y, a pesar del trabajo hebreo, 2683 horas las hicieron los tailandeses. En la cosecha fueron quemados 1200 litros de bencina y 1740 de gasóleo. Todo esto fue antes de la caída del precio del petróleo. En la cosecha trabajaron 34 israelíes, 10 tailandeses y un árabe. Recogimos todo el Madjoul en 29 días. Y la palma Nur en 8 días. Fue la cosecha más breve de los últimos años. A pesar de que fue divertido y emocionante, ojalá que tengamos años mejores. Y también lo demando.
Gadi
Que sea todo
Letra: Berthold Brecht
Música: Shlomo Gronij
Que sea todo
De aquel que pueda
Servirle para bien
Que pueda servirle para bien
El niño a la madre maternal
Para que crezca
La carreta para el buen carretero
Para que la maneje bien
Y la tierra para quienes la riegan con agua
Para que dé sus frutos a tiempo.
El otoño casi fue olvidado
El trabajo siempre abunda. Se acabaron las vacaciones, con sus actividades enormes, y comenzó la recolección del dátil, nuestra cosecha, caracterizado por largas jornadas de trabajo, y las cosas que prometí acabar aún no he acabado, aún no terminamos un año y ya comienza el nuevo, nuestras manos están repletas de viejas tareas, y otras nuevas. En cada tumulto hay uno nuevo…
Entonces, ¿quién tiene tiempo? ¿Quién presta atención a las pequeñas cosas? ¿Quién encuentra en su rutina la paciencia para atender al paso de la estación, al cambio de colores?
Comienza con que el sol tiene pereza de salir y se apura a ponerse cada tarde. Sigue con la aguzanieves de turno, que detiene su vuelo a descansar en la plantación del kibutz. Por la noche se escuchan las bandadas de grullas que surcan los cielos a gritos. ¡Y de repente las nubes! En el valle no hay nubes en verano, en el valle el verano es largo. Ya había olvidado que podía ser diferente, fresco, agradable, ¡nublado!, que podía ser no verano. También las moscas han llegado, molestas, enervantes, que recuerdan de modo terrible lo que casi se ha olvidado: que el otoño ha llegado.
Nava
Aguzanieves
Letra: Ehud Manor
Música: Mati Caspi
El siroco es pesado ahí fuera
Y aquí estoy sentado
Y ella parada junto al charco
Parece algo nervioso
La llamo, pío, pío, pío
La miro a los ojos
Y ella hace movimientos bruscos
Con la cabeza y la cola.
Aguzanieves, aguzanieves.
Descansa, se apoya,
Frente a mi ventana.
Dejo miguitas
en el alféizar.
Espero y me escondo
Detrás de la cortina.
Ella se acerca dando vueltas,
Y saltitos así chiquitos,
Pero de pronto se arrepiente
Y vuela donde los vecinos.
Aguzanieves, aguzanieves.
Se va, me abandona,
Huye de mi ventana.
Le grito: canalla.
Vuelve, te acordarás.
De pronto se olvida del todo
Que es apenas un pájaro.
No se quiere amigar
Sí. Así son las cosas
Vino solo a anunciarme
Que dentro de poco será otoño.
Aguzanieves, aguzanieves.
Huye, se escapa,
Se va de mi ventana.
Me siento y juego a las cartas en una tarde otoñal
Y ella se para en torno y mira en mi dirección.
Yo me hago el que no siento su dulzor.
No, no, no puedo hallar mi lugar.
Aguzanieves, aguzanieves
No me tengo, no la tengo
No a la aguzanieves.
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Había una vez un vagabundo en el desierto que llegó al bosque de palmas sobre el manantial, cansado, hambriento y con sed. Se sentó a la sombra de la palma, bebió del agua del manantial, comió de sus frutos y satisfizo su alma. Al irse dijo: palma, ¿cómo te bendeciré? ¿Que tengas dulces frutos? Tus frutos dulces son. ¿Que sea tu sombra generosa? Tu sombra ya lo es. ¿Que un manantial pase a tus pies? Un manantial ya pasa a tus pies. Te bendeciré: Sea Su voluntad que todo lo plantado de ti, sea como tú.
Con esta bendición, bendigámonos, y bendigamos todas las plantaciones de nuestra vida kibutziana.
A. Ben Gurión
Lluvia, ven
Letra: Tirtza Atar
Música: Alona Turel
Pidamos con voz fuerte a la lluvia venir
A la primavera, la primavera
Hojas de otoño remontarán la corriente de nuevo, como entonces
Llamemos a la lluvia, que vuelva tormentosa
Que de nuevo el viento susurre y se encienda con dorada luz.
Lluvia, lluvia ven
Lluvia, lluvia vuelve
Ya es primavera y las colinas
Todas de verde ardiente.
Lluvia, lluvia ven
Lluvia, lluvia vuelve
Lluvia vuelve de las selvas
Lejanas, date prisa.
Te llamamos, ven por favor, lluvia buena
De las altas cumbres.
Campos de plata se retorcerán
en la tormenta, una y otra vez.
La llamamos a que vuelva
De la selva a este lugar
Donde el camino ya florece y envía su dorada luz.
Lluvia, lluvia ven…
A la vera del camino, muchachas encontraremos
Con su pelo mojado
Se moverá quedo en nuestro hombro, enrulado y precioso.
Oh, lluvia, lluvia ven, aquí el viento pasará
Navegará amando, besando y acariciando
Como una mariposa.
Lluvia, lluvia ven…