Lifa Aharoni, kibutz Sáad
Dos minutos
Una sirena desgarró el aire, dos minutos de silencio
el poblado calló, enmudeció el ruido en la tumultuosa ciudad
de pie, mudo, el docente, el alumno, el albañil
el conductor de camiones, el abogado, el vendedor, el comprador
inclinaron sus cabezas las limpiadoras, el policía, el médico
la empleada, la maestra jardinera y los que tomaban café
se unieron con honor las madres huérfanas de hijos, los padres dolientes,
las viudas,
los camaradas de armas, los amigos de la infancia, las abuelas, los abuelos,
los hijos y las hijas.
Hizo silencio la compañía, entre el paso derecho y el izquierdo, el laico y el religioso
se borraron las diferencias, desapareció la brecha étnica.
Dos minutos de unidad
Dos inocentes minutos de unión.
Dos minutos de silencio, para recordar, y no olvidar
Dos minutos que atesoran poder y fuerza.
Y cuánto nos falta un resonante toque de trompeta
que sean dos minutos de alegría de estar juntos
una algarabía que ascienda y estalle desde el corazón
una alegría que conecte y haga olvidar el dolor.
Y cuánto nos faltan en el Shabat y la fiesta
dos minutos de unión en la tradición, en la costumbre
y otros dos minutos de unidad en el rutinario día de semana.
Oh, entonces, será Iom Haatzmaut una gran fiesta.

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