Compendio de poesías escritas por adolescentes tras su viaje a Polonia
Cuando me digan Shoá
Desde ahora, cuando me digan “Shoá”
ya no necesitaré esforzarme para imaginar.
Desde ahora, cuando me digan “Shoá”
ya no necesitaré poner a trabajar
todas las fibras del alma para sentir...
Desde ahora, cuando me digan “Shoá”
veré todo en los colores
que fluirán de las células grises de mi memoria.
Porque desde ahora, cuando me digan “Shoá”
lo sabré todo, todos los escalofriantes detalles
y volveré a sentirme tan alejada,
pequeña hasta la locura
y volveré a no entender.
Por Smadar Falk Peretz, “Y el rey está durmiendo" Editorial Saar, 1992
En el cementerio de Varsovia
En el cementerio de Varsovia
deambulan las almas perdidas durante las noches.
Durante el día están enterradas bajo tierra
cubiertas por un manto pardo.
Pero, por las noches,
todas esas almas se levantan
y el cementerio de Varsovia se llena de los sonidos
del golpeteo de pies jóvenes y viejos.
Sí, en el cementerio de Varsovia
se encienden las luces,
los niños pequeños se trepan a los árboles
y las niñas cepillan sus cabelleras.
Los hombres conversan sobre temas varios
y las vírgenes sueñan sobre su futuro.
Los estudiosos de la Torá debaten sobre cuestiones importantes,
las madres acarician a sus bebés
mirándolos con ojos amorosos
y hasta los antiguos árboles se despiertan de su somnolencia,
para mirar a su alrededor y estirar sus ramas;
incluso ellos olvidan por la noche que ya son viejos y están cansados.
Y cuando caminábamos por el cementerio de Varsovia
todos veían grandes tumbas de piedra
envueltas en un halo opaco
y sólo yo veía allí, detrás de la pared,
esa pared antigua y roja,
a un niño pequeño sentado en un árbol
y un público mirando en silencio.
Y el niño dice: “¡acuérdate de nosotros!”
Y el niño dice: “no olvides
que en el cementerio de Varsovia la vida continúa...”
Por Smadar Falk Peretz, “Y el rey está durmiendo" Editorial Saar, 1992
Los zapatos son hitos
Los zapatos son hitos
que simbolizan el camino de las personas,
todas las dificultades y obstáculos en su camino
y todos los lugares a los que las llevaron.
Los zapatos son hitos
y, a veces, parecen un accesorio inútil
tan solo zapatos con o sin cordones
nada más que zapatos cubiertos del polvo de los caminos.
Pero hoy, cuando vi ese montón de zapatos,
zapatos negros, calzados fangosos,
vi a mis hermanos,
vi a mis hermanos caminando por el camino de los tormentos
y, milagrosamente, no estaban encorvados,
no, no estaban llorando.
Marchaban descalzos con la cabeza erguida...
sin esos zapatos,
sin esas mugrientas envolturas materiales,
porque no eran ya seres humanos,
eran ángeles...
Por Smadar Falk Peretz, “Y el rey está durmiendo" Editorial Saar, 1992
En Polonia Dios estaba escondido
En Polonia -
Dios estaba escondido en cada esquina,
en las plazas y patios, entre las torres de piedra.
En Polonia -
uno podía palparlo en una gloria blanca,
y saber que allí estaba,
y saber que se encontraba con uno y que existía
entre las manchas celestes del cielo,
en las cámaras de gas,
entre las últimas brasas que se extinguían en los crematorios,
entre los silenciosos rezos.
Él se encontraba allí y acariciaba con su mano maravillosa.
En Polonia -
Dios estaba escondido en cada esquina,
estaba allí en todo momento,
debía estarlo
para cuidar a las almas de sus errantes hijos,
para que no quedaran olvidadas,
para que siempre las recordaran y supieran
que llegarían allí cada año
y tocarían las piedras sollozantes y el yeso pelado,
y que atesorarían todo eso muy profundamente,
en el fondo
del corazón...
Por Smadar Falk Peretz, “Y el rey está durmiendo" Editorial Saar, 1992