Un poema para Janucá
de la revista de Ein Zurim, 2008
Hace muchos, muchos años
(dos mil, y más también)
había un Beit Mikdash
en la ciudad de Jerusalén.
En el corazón del Mikdash
la menorá se encontraba,
de oro puro y luz
como el sol iluminaba.
Siete brazos la menorá tenía
y una intensa luz también,
la luz que en ella se encendía
brillaba en Jerusalén.
Hasta que, desde lejos, un día
con tambores y gran ruido
los griegos el país invadían
y parecían un ejército infinito.
¡Derecha, izquierda!
¡Izquierda, derecha!
Sin temor llegan
¡derecha, izquierda!
¡Izquierda, derecha!
El ejército avanzó
y el malvado Antíoco
así exclamó:
"¡La menorá sacad
y sus luces apagad!"
Una gran oscuridad
cubrió la ciudad.
Pero el anciano Matitiahu
que tenía cinco hijos,
entre ellos Yehudá Hamacabi,
un héroe magnífico,
ganaron la guerra
(¡fue un milagro verdadero!)
y después de la contienda
al Mikdash volvieron.
La menorá restituyeron
de oro puro tallada,
pero el aceite de oliva
allí no se hallaba
para encenderla otra vez…
Cuánta oscuridad vieron
en el Mikdash permanecer...
¡Todo estaba tan negro!
¿Cómo encender la menorá
si aceite de oliva no hay?
¡En todas partes más rápido buscad,
tal vez podamos encontrar
alguna pequeña jarra
para un día o dos!
De pronto, ¿qué pasa?
¡Algo extraño sucedió!
¡Una jarra pequeña aquí se encuentra!
¡Tonterías! Es demasiado pequeña,
El aceite no alcanza,
no sirve, eso no basta.
¡No es suficiente!
Una gota de aceite…
otra gota más…
¡y una vela ya arderá!
¿El aceite ya se ha acabado?
No, un poco en la jarra ha quedado.
Seis, siete, ocho días
han pasado, nadie lo diría.
Y con el aceite de esa jarra
la luz sigue encendida.
Muchos años han pasado
desde entonces
hasta hoy en día.
Ya no existe el Mikdash
y la menorá ya no está
en Jerusalén, pero allá
la luz no deja de brillar
cada vez con más intensidad;
la luz de las velas de Janucá
en Jerusalén, la ciudad.
Categorías: Fuentes y textos, la Edad Moderna y el sionismo, poesía, luz, renacimiento y soberanía
Palabras clave: Velas de Janucá, milagro