¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el niño? Preguntó el ángel.
¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el niño? Preguntó el ángel.

Y lo bendijo con una sonrisa que era como la luz
y lo bendijo con ojos grandes y videntes
para que pudiera tomar cualquier flor, pájaro o animal,
y le concedió un corazón para que pudiera sentir todo lo que veía.

¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el jovenzuelo? Preguntó el ángel.
¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el jovenzuelo? Preguntó el ángel.

Y lo bendijo con piernas para bailar incesantemente
y con espíritu para recordar todas las melodías
y con una mano para recolectar conchas marinas en le playa
y con un oído atento a las palabras de adultos y pequeños.

¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el joven? Preguntó el ángel.
¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el joven? Preguntó el ángel.

Y lo bendijo para que sus manos, que bien conocen las flores,
pudieran también conocer la fuerza del acero,
y para que sus piernas bailarinas conocieran también las caminatas por los senderos
y para que sus labios cantarines conozcan también el ritmo de las órdenes militares.

¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el hombre? Preguntó el ángel.
¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el hombre? Preguntó el ángel.

Le di todo lo que podía darle:
canto y sonrisa y piernas para bailar
y una mano delicada y un corazón vibrante
Y, ¿con qué más lo bendeciré?

¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el niño? El joven muchacho.
¿Con qué lo bendeciré? ¿Qué bendición le concederé?
¿Es éste el niño? El joven muchacho.

Este jovenzuelo, ¿es ahora un ángel?
Ya no lo bendecirán más, ya no será bendecido.
Dios, Dios, oh Dios,
Si tan sólo le hubieras bendecido con la vida.