La matzá era lo más enervante en Pesaj. Tantas salsas, de todos los tipos, y no hay con que enjugarlas… Siempre esperábamos que la fiesta acabara.

 

Entonces, llegaban los preparativos para la Mímuna.

 

Los árabes llegaban con harina y granos, leche fresca, crema y mantequilla fresca, y miel, ¡directo de la naturaleza! Y comenzaba la Mímuna.

 

Los vecinos judíos y árabes entraban y salían. Una fiesta compartida por todos. Y la fiesta principal tenía lugar a la noche. "Prosperad y sed felices", la bendición tradicional, se elevaba en todo hogar y en cada rincón de la calle.

 

[Ijia Peretz, Revivim, 1999]