Arrojaban a todo bebé al Nilo
Dijo Rabi Iojanán:
¿Qué hacían las mujeres puras y rectas de Israel? Tomaban a sus bebés y los ocultaban en pozos, y los malvados egipcios tomaban a sus propios bebés y los introducían en las casas de Israel y los pellizcaban y ellos lloraban, y el bebé de Israel escuchaba el llanto de su prójimo y lloraba con él, entonces los egipcios los capturaban y los arrojaban al Nilo.
Cuando el Santo Bendito Sea decidió ahogar a los egipcios en el mar, Aza, Ministro de Egipto, se postró ante el Santo Bendito Sea y dijo ante él: «Soberano del Universo, por clemencia y reverencia a Tu mundo, ¿por qué quieres ahogar a mi hijo?» De inmediato, el Santo Bendito Sea reunió a su Séquito Celestial y les dijo: Deliberamos aquí entre Aza, ministro de Egipto, y Yo. Comenzaron los Ángeles de Dios a defender a Egipto.
Al ver Mijael esto, hizo una señal a Gabriel y voló a Egipto y tomó un ladrillo con su barro, y un bebé que yacía muerto en una casa y vino y se plantó ante el Santo Bendito Sea y dijo: «¡Soberano del Mundo, así han esclavizado a tus hijos!» De inmediato volvió el Santo Bendito Sea contra ellos el veredicto y los ahogó en el mar. En ese momento mismo, los Ángeles comenzaron a cantar alabanzas al Santo Bendito Sea, y les dijo el Santo Bendito Sea: «¿Por mi mano se ahogan en el mar y ustedes cantan ante Mí?» (Sanhedrín 39)
Por cuatro cosas fue salvado Israel de Egipto: por no cambiar sus nombres, por no cambiar su lengua, por no revelar sus misterios, por no anular la palabra (Shojer Tov, 114, Yalkut Shimoni)

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