Costumbres de Sucot
Costumbres de Sucot en tiempos de Nuestros Sabios Z"L-
Dijeron de él, de Rabán Shimón Ben Gamliel, cuando estaba contento en la alegría de la Casa de Extracción, tomaba dos antorchas de luz y lanzaba una y tomaba otra, y no se tocaban la una a la otra.
Bablí, Sucá, capítulo 5, 53, 1
También en esa época intentaban adivinar si sería aquel un año de lluvias, pero, por entonces, las preocupaciones eran otras:
Dijo R. Itzjak Bar Abadimi al término del último día festivo de la Fiesta, mientras todos miraban el humo de las ramas sobre el altar: se dirigió hacia el norte con ojos contentos y los dueños de casa tristes pues las lluvias de este año son muchas y sus frutos se descomponen, se dirigió al sur con ojos tristes y los dueños de casa estaban contentos, pues las lluvias de este año eran pocas y sus frutos se conservaban, se dirigió hacia el este y todos estaban contentos, hacia el oeste, y todos estaban tristes.
Bablí, Iomá, 21, 2
Talmud Bablí, Tratado de Sucá:
Hoja 28, 2, MIshná
Todos los siete días, el hombre hará su sucá permanente y su casa temporaria. Si llueve, ¿desde cuándo está permitido retirarse? Desde que se descompone su guiso. ¿A qué es similar? Al sirviente que vierte vino para su rabino, y le vuelca un chorro en la cara.
Hoja 28, 2, Guemará
Escuchad, caballeros: habitad a vuestro gusto. De aquí dijeron, los siete días hace el hombre de su sucá su vivienda permanente, y su casa la convierte en temporaria. De qué manera: la vajilla elegante la llevaba a la sucá, las sábanas finas las llevaba a la sucá, come y bebe y se esparce en la sucá y estudia en la sucá.
Hoja 42, 2 Mishná
¿Cómo se cumple la mitzvá del lulav? El primer día de la Fiesta que cae en Shabat llevan su lulav al Monte del Templo y los cantores los reciben de ellos y los ordenan sobre una repisa, y los ancianos apoyaban los suyos en sus gabinetes y los mostraban diciendo: todo aquel que
Hoja 55 Está escrito en la Torá:
"Al octavo día, que será de santa convocación para vosotros… Fiesta es, no haréis todo trabajo servil" (Levítico 23, 36). Se asemeja al rey que ha invitado a sus hijos a comer por tales y cuales días, y cuando llega el momento de despedirse, les dice: "Hijos, por favor, retrasad vuestra partida por otro día más, difícil me es vuestra partida".

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