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Fuentes y filosofía/
Tisha BeAv

Arnón Lapid

Del lugar de la religión en el kibutz 

El kibutz se va convirtiendo hoy en un bastión del laicismo, en un refugio para aquellos que se han hartado de los vientos de mesianismo que arrastran a los muchos, y también quizás a los buenos, hacia las alas de la religión; para aquellos que se niegan a ver en el judaísmo rabínico y en la corriente ortodoxa los dueños de la religión judía, los que se niegan a rendirse al anacronismo, al fanatismo, a la arrogancia y a la xenofobia que acompañan, al parecer de modo ineludible, el acto del "retorno a las fuentes" o "el retorno a la religión".

 

No puedo ser indiferente, tampoco, frente a la más pequeña invasión de la religión en nuestro seno, por menos peligrosa que parezca. ¿Quién podrá asegurarme que el deseo de una minoría (y me animo a adivinar: una minoría diminuta) de conmemorar aquí Tisha Beav, que nunca había sido conmemorado aquí en el pasado, no crecerá en el futuro, trayendo una creciente penetración del ritual religioso en nuestro patio interno?

 

Y lo más importante: no niego el derecho de algunos compañeros de elegir para sí mismos, según les parezca, preceptos de hacer o de no hacer, estos o aquellos elementos rituales, simbólicos, ceremoniales etc., que les brindan, al parecer, de una manera que no me es clara, sensaciones que no comprendo para satisfacer necesidades lejanas a mi entender. Pero niego su derecho, y combatiré con todas mis fuerzas en su contra, de imponérmelos a mí.

 

Sus deseos no son los míos. Si para ellos el día de la destrucción del Templo es sagrado, y los llena de tristeza y dolor, que tengan a bien quedarse en sus cómodas casas, que impidan a sus ojos ver televisión, a sus bocas probar bocados y líquidos, y a los más estrictos estoy dispuesto incluso a ayudarlos a conseguir cenizas para poner en sus cabezas y a obtener el presupuesto necesario para comprar sandalias de goma con los que andar.

 

                                                                                                Guivat Jaim Ijud, 1983

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