google-site-verification: google77f5fad91e8f4e96.html
top of page
Fuentes y filosofía/
Janucá

Miriam D.

Janucá después del bombardeo

Lahavot Habashan, 08.12.1958

Como todos los años, las aves migran en bandadas de un país a otro.

Como todos los años, el viento del este sopla en las alturas y sobre la tierra. Como todos los años, encenderemos las velas de Janucá juntos y por separado.

Es tan extraño que todo sea absolutamente normal, nada ha cambiado durante el transcurso de la vida. ¿Cómo puede ser?

No obstante, algo ha cambiado en nuestros corazones, nuestra seguridad no es tan firme como antes. ¡De pronto nuestra casa se ha visto dañada! Nos enfrentamos a la destrucción y por un momento parece que una lágrima asoma a los ojos, pero la vida no da nada, la vida exige y exige y exige... y no hay tiempo para las lágrimas que pudieron haber sido buenas, liberadoras.

Así es como nuestros corazones se templan en momentos difíciles y nuestros cuerpos se yerguen como un gigante contra el mal y lo expulsan, para volver a construir, para volver a planear el futuro.

La lluvia cae, la lluvia es una bendición para los campos. La lluvia lava, lava, lava el recuerdo de los acontecimientos, penetra en los huesos, golpea nuestros cerebros: olvidar... olvidar... olvidar...

Nos rebelamos, no queremos olvidar, pero la vida olvida. El agua fluye por el cauce y no le importa hacia dónde, sólo a nosotros nos importa; ¡sí, nos importa y siempre nos importará! Pero nos dejamos llevar por el flujo de la vida, porque ésa es nuestra naturaleza y nos parece que así es mejor, así es más fácil. ¿Qué ganaríamos con rebelarnos, enfurecernos y temer?

Efectivamente, después de la tormenta regresa la calma. La lluvia ya ha cesado y los pájaros cantan.

También nosotros salimos y cantamos nuevamente; con el canto nuestro corazón se enternece.

Con las llamas de las velas de Janucá, volvemos a soñar...

Nuestro pasado se desliza ante nosotros y el futuro se esconde en alguna parte...

De pronto despertamos: los niños han crecido, encienden velas para nosotros y en nuestros corazones se hizo la luz: todo se vuelve cálido a nuestro alrededor y les deseamos una feliz fiesta. ¡Qué bueno que sea posible, y feliz fiesta!

Muchas aguas han corrido por el cauce y seguirán fluyendo...

¿Nuestro corazón seguirá latiendo con el mismo ritmo y la misma fe?

Rezamos.

Lahavot Habashan, 08.12.1958

 

Categorías: Fuentes y textos, la Edad Moderna y el sionismo, reflexión, renacimiento y soberanía, heroísmo

More >
bottom of page