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Fuentes y filosofía/
Pesaj

Tzipora Guilad

Noches de Pesajim

Beit Hashitá (Nisán, 5763, 2003)

Biniamín (Guilad) falleció en la Noche de Pesaj de 5732, pero Pesaj, con todos sus contenidos especiales pasa como un hilo que enhebra sus cartas y sus notas. Su adhesión a los valores de la festividad aumenta con los años.

 

En la Noche de Pesaj de 5696 (1936), cuando trabajaba para el movimiento en Haifa, escribió una carta breve a sus padres:

 

«Queridos papá, mamá y Ruth,

 

Hoy es la Noche de Pesaj. Estoy sentado en el tren, viajando a Ein Jarod. El tren está lleno y atestado de gente, pero mi sensación no es buena sino agria.

 

Es la Noche de Pesaj, pero no hay nada especial en mi interior. Solo recuerdo, una y otra vez, "La trompeta que se secó" de Bialik, y esa misma sensación que te queda al terminar de leer este relato reverbera en mí, y me cautiva.

 

En el tren, la gente. En la ventana, el valle. Hace ya diez meses que partí para Haifa, y en mi corazón un deseo, que en mi plegaria haya algo sagrado y sereno.

 

Llegamos a Ein Jarod, Arad, y andaré por los campos, al kibutz.»

 

Este relato de Bialik no daba paz a Biniamín, y en sus palabras de salutación en el 25° aniversario de Beit Hashitá, volvió a él:

 

«Recuerdo, en las duras horas en las que las preguntas exprimían mi mente, dirigidas a mí y no a ninguna institución oficial, ni a nadie más que a mí, recuerdo, quizás sin relación con nada, una imagen triste y gris que leí en mi infancia en el cuento de Bialik, "La trompeta que se secó".

 

Ese cuento, sobre la expulsión de una familia judía en la Noche de Pesaj, de cómo la madre judía no se olvida de llevar velas de Shabat, y cuando oscurece en el bosque frena la carreta y prende las velas festivas. Eso es: en la hora más difícil, cuando todo parece perdido, no bajar los brazos, no perder la fe.

 

(1943) ¿Y qué pasó en Pesaj 5703?

 

Corrían los días de la Shoá, los ecos ya llegan, todavía no se sabe acerca del Levantamiento del Gueto de Varsovia, y Biniamín habla en la apertura de la Noche del Seder:

 

«En este día, cuando por un lado nos matan sin cesar, y por otro es el día de la Salida de Egipto, el día en que salimos de la Casa de Esclavitud, ¿qué tenemos para decir de nosotros mismos en un día como este? No diré: ¡Allí nuestros hermanos son masacrados y nosotros igual festejamos Pesaj con mano firme! Pero tampoco diré: haremos ayuno.

 

Debemos hacer cuentas ante nosotros mismos.

 

¿Qué tenemos para decirnos en el día de la Salida de Egipto?

Lo que tienen en común es la mera acción, levantarse y hacer alto, transponer los límites de la Casa de Esclavitud. No hay dudas de que se trató de la rebelión de un pueblo de esclavos, que tuvo que huir a hurtadillas, y sin duda tuvo que soportar golpes por esta rebeldía. Pero nuestra tradición, desde el amor y la estima por el relato de la Salida de Egipto, ha investido a esta rebeldía de abundantes milagros.

 

Nosotros no tuvimos milagros, y no nos entretengamos con las falsas ilusiones de que nos otorgarán una tierra, y que nos concederán vida independiente.

 

Nuestro vínculo con la Salida de Egipto, el gigantesco mandato educativo que nos ha transmitido esta revuelta, es el mero hecho de la rebeldía, la mera trasposición de los límites de la Casa de Esclavitud, y el tomar la libertad con mano fuerte, sin expectativas y sin confiar en que alguien, ni siquiera Dios, nos salvará de sus garras…»

 

 

(1948) ¿Y qué pasó en la Noche de Pesaj de 5708?

 

La Guerra de la Independencia está en su apogeo, el mes de Adar negro: la caída de los siete en la Batalla del Guilboa, la caída de los siete en la Casa del Arco, y otros…

 

Biniamín está en casa, se está curando, no está en la guerra y prepara la Noche del Seder. Y en medio de esa Noche, sube al escenario, interrumpe el canto del coro y anuncia:

 

«¡Haifa está en nuestras manos!»

 

En el salón estallan los aplausos y ovaciones, y en el diario se relató que luego del canto de "Jad Gadiá" brotaron febriles danzas ora en el comedor.

 

 

(1963) Pesaj 5723

 

El bello texto en el diario –"Noches de Pesajim"- que sella [hoy] la Hagadá kibutziana:

 

Desde entonces hasta hoy.

 

Desde el desierto de entonces hasta Nisán de 5708, de la clandestinidad de España hasta Pesaj de 5703 en la Varsovia hecha escombros.

 

Desde los "libelos de sangre" de todas las generaciones hasta la matzá prohibida en la Unión Soviética, una noche en vela que no ha cesado jamás.

 

La memoria histórica que no empalidece.

 

Es la consagración de la fiesta, la pureza de la expectación. Es la eliminación del jametz, es la calidez del corazón.

 

-El "Ha Lajmá Aniá"

-El "Kol Dijfín"

-La Casa de Esclavitud

-El "Y amargaron"

-La "Mano fuerte y brazo extendido"

-El eterno "Jad Gadiá"

-Las cuatro copas, la puerta abierta, Eliahu Hanabí que está al caer. El Mesías Hijo de David que vendrá prontamente en nuestros días.

-El Maror (Hierbas amargas) de todas las generaciones, la Matzá en todo lugar.

-La expectativa en todas las esperanzas,

-La esperanza en todos los corazones.

 

Una noche en vela que no decae jamás, la memoria que vimos empalidecer.

 

"Hashatá avdei": de la esclavitud a la libertad.

 

 

Y en Pesaj 5728, después de la Guerra de los Seis Días:

 

Pesaj 5728

 

¿Ma Nishtaná? ¿Qué cambió?

 

Esta vez, más que en todas las demás noches, nuestro corazón palpita con fuerza: ¡esta noche es de verdad diferente de las demás noches!

 

Pesaj en el Golán, en las bases militares a lo largo del Jordán, en Kfar Etzion y en el Mar Muerto, en la Jerusalén ya no dividida –Pesaj a orillas del Canal de Suez–, en recordación de la Salida de Egipto, en aquellos días en este tiempo.

 

Un Pesaj que en todo lugar en los que se encuentren judíos, palpitará como uno solo con todo Israel.

 

No. ¡No hemos olvidado!

Otro enemigo nos escupe su fuego. Todavía ataca nuestras Noches de Pesaj. Eliahu el Profeta aún no ha llegado. Su silla aún está vacía.

 

Y al recostarnos en el Seder de hoy y al levantar nuestra copa, leeremos:

"¿En qué es diferente?"

"¡En que este año no somos esclavos!" "¡Hashatá lo avdéi!"

 

 

En Pesaj 5729 (1969), Biniamín escribe una carta a Yojai, que está en el ejército, y recuerda Noches de Pesaj anteriores:

 

(1969) Beit hashitá, 1° de los Días Hábiles de Pesaj 5729

 

Yojai, hijo querido, ¡Shalom!

Y bien, la Noche de Pesaj 5729 la festejamos estando tú allí y nosotros aquí. Estuvo la abuela con nosotros, y la familia Beeri se sentó frente a nosotros. En derredor, decenas y cientos de compañeros, sus hijos y nietos, y el coro ocupó la pared oriental. No estuviste con nosotros, pero es como si hubieras estado aquí, desde "Ha Lajmá Aniá" hasta "Kumu Toí Bamidbar", y hasta "Eliahu Hanabí" después de la cena. Biniamín, al que tocó ser "Padre del Seder", envió su bendición «a todos nuestros compañeros que no pueden estar sentados hoy con nosotros», y tú estabas incluido también en esta bendición leal y cálida. En sus palabras de apertura citó a Beilinson, en cuanto a que «donde hubo luchas por la libertad, allí estuvimos», citó a Berl Katzenelson sobre «ese antiguo mandato pedagógico» de "En toda generación debe el ser humano…" y culminó con las elecciones, con la paz y con la «Gran Eretz Israel», y sus palabras fueron lejanas y necesarias, abarcadoras del futuro, recordando Pesaj del '43 y Pesaj del '48.

 

Y estoy contigo.

 

 

 

Apéndice

 

En los últimos años, Pesaj no me "dejó en paz". Incluiré aquí tres anotaciones.

 

5.97, Pesaj de 5757

Viene desde el amor

En memoria de Ernest (Horwitz)

 

La noche del Seder de este año fue la fiesta de los hijos de la segunda generación –"a medio camino"- aquellos que nacieron y crecieron con el "Seder mitológico" de Ernest en Beit Hashitá.

 

Se dejaron llevar por el entusiasmo de Dita, por la varita de Dany, y nos contagiaron a todos.

 

Estaba en el aire: la emoción, el amor y la añoranza. Y así vivimos todos una experiencia inolvidable. Y de nuevo la misma plegaria, el mismo deseo: que no se termine nunca.

 

 

Nisán 5759, abril de 1999

Pesaj de las generaciones

 

En los días previos a Pesaj me invadió una nueva tristeza. Me informaron mis familiares que tales y cuales viajan antes de la Noche del Seder al exterior: a Grecia, a Turquía y otros lugares. En los medios hablaron de 250 mil viajeros, entre ellos, también, miembros de los kibutzim.

 

Pensé para mí misma: ¡Pesaj, Pesaj! ¿Y qué pasa con el mandato ancestral, "Y dirás a tu hijo"? ¿Y qué con "En toda generación debe el ser humano...", "el antiguo mandato pedagógico", como lo definió Berl Katzenelson? "Pesaj de las generaciones". Pensar que, en el pasado remoto, los judíos en España, en tiempos de la Inquisición, arriesgaron sus vidas por llevar a cabo el Seder en secreto.

 

Pensar que en la Unión Soviética los judíos buscaban con fruición la "Matzá prohibida". Y aquí, en realidad, "Halaila hazé", "Esta noche", en la Noche del Seder, vuelan a Túnez y otros lugares.

 

Sentí la profunda crisis que nosotros, la sociedad no religiosa, estamos atravesando. Si nos sacudimos de encima también a Pesaj, quedaremos desnudos.

 

En un periódico vespertino me encontré con el relato del "martirologio judío" contemporáneo. Tres pilotos nuestros en el cautiverio sirio, hacen un Seder de Pesaj en su celda. Y así estaba escrito: "Cuando se acercó Pesaj 71 decidimos festejarlo como se debe, por el simbolismo de "de la esclavitud a la libertad", la fiesta nacional, y dado que nos recordaba el hogar y la familia. 

 

Escribimos de memoria una Hagadá, con un cartón que conseguimos armamos la "Keará" (plato grande de Pesaj). Para calentar la comida conseguimos grasa, hicimos mechas con algodón y robamos fósforos de los guardias. De la ensalada que nos daban guardamos el perejil como reemplazo del "Karpás".

 

De una de las comidas guardamos un hueso, "Zroa". De unas pasas de uva que nos dieron, y azúcar, hicimos vino.

 

Festejamos la Noche del Seder con cantos a todo volumen. Pero en medio de la fiesta se abrió la puerta de la celda, ingresó el comandante de la cárcel y exigió que interrumpiéramos la fiesta, pero nos negamos. Cuando se dio cuenta de que sus amenazas de echarnos a la mazmorra no nos disuadían, se fue.

 

Me dije a mí misma: es la fuerza de la carga cultural y de la memoria de infancia en las horas de prueba.

 

 

Nisán 5770, abril 2000

Después de Pesaj

 

Celebré la Noche del Seder con mi familia y con mis amigos, los que están con vida, los que no lo están, y por supuesto con Biniamín.

 

Nos sentamos, como antaño, junto a la familia Beeri, con Ruth y Shavtai. Sobre la mesa, la "Hagadá" ilustrada de David Alef, tan querida… Y la Hagadá de Arieh Ben Gurión, con la dedicatoria de su puño y letra: "El espíritu de Biniamín z"l sella esta Hagadá tnuatí de 'Noches de Pesajim' suya y nuestra".

 

Estaba llena de recuerdos, moviéndome entre lo que ocurría en la sala y las "Noches de Pesajim" del pasado, cuando Ernest, con su espíritu y su dirección, las conducía.

 

Cantábamos: "Rocío, sacia tu tierra…" y yo escuchaba la voz soprano cristalina y de campanas de Nily…

 

Decimos "Esclavos fuimos del Faraón en Egipto", y recuerdo a Najum, Najum Sarig, que leía con melodía, y luego Yosef…

 

Pasamos por: "Y los egipcios hicieron trabajar a Israel", y yo escucho la voz en bucles melódicos, tan judía, de Shimón Deganí…

 

Y así sucesivamente, una y otra vez.

 

Aquí vuelve Shifra: "Y tomó Miriam la profetisa el pandero en su mano", y luego canta Tamar.

 

¿Y qué leyó Biniamín? Las palabras de Berl (Katzenelson), por supuesto. "Un pueblo guardián de miles de años".

 

Y luego, Hadasa: "Eleva tu mirada y verás…"

 

Luego cantamos: "No hay más grande que mi Señor". Ada, Ada… "¿Quién anheló y quién pidió?"

 

Todos, todos acudieron a mí: están presentes, existen en mí, en nosotros…

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