Por Abraham Yehoshúa Heschel
Fragmentos acerca del Shabat
Tomados de: El Shabat y el hombre moderno
El Shabat como cúspide de la experiencia
El Shabat no es el cese de la experiencia sino su cúspide.
Tres cosas hizo Dios en el día séptimo. Así está escrito en la Torá: "Descansó el día séptimo de todo el trabajo realizado. Y bendijo el día séptimo, y lo santificó" (Génesis 2:2-3). Cese del trabajo, bendición, santificación. A la prohibición de trabajar se adicionan el placer de la bendición y la sensación de santidad.
No solo las manos del hombre cumplen con el Shabat, sino también su lengua y su alma. El hablar de una persona en Shabat no es como su hablar en días de semana…
Mi propia creación, que siempre se renueva
El Kidush de las noches de Shabat comienza con las palabras: "Y fueron acabados el cielo y la tierra y todas sus huestes". Cuando la semana llega a su fin, sé que el acto de la Creación ha vuelto a renovarse en mi interior.
Con el inicio del Shabat, soy testigo del mundo del Creador, que se completa y se recrea. En la noche de Shabat me convierto en testigo presencial de la obra y el descanso de Dios como Creador. Esta obra me es importante y, podría decir, incluso: vital. Expresa no solo mi judaísmo, sino que mi mera humanidad está en su base, mi pertenencia a un mundo lleno de este Dios y mi creación a imagen de Dios, que se vuelve siempre a renovar.

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