Guinosar
Nir David, 1963
Nejama:
En el último mediodía de la Festividad de Sucot, algunos escépticos se preguntaron:
¿Quién está tan loco de armar una sucá recién ahora, al final de la fiesta? ¿Y quién se sentará a comer afuera, y qué sentido tiene? Nunca lo habíamos hecho así.
Sin embargo, en cada "grupo de sucá" está el "loco aficionado", a cuyo alrededor se juntan sus hijos y los amigos de estos, niños a los que siempre les ha gustado armar y adornar sucot. Más todavía si sus padres se dedican seriamente al asunto.
Y así ocurrió que en horas de la tarde comenzaron a escucharse, en todo el barrio de los veteranos, desde todos los jardines, los golpes de martillo y las charlas de los constructores y de las adornadoras.
Y la competencia por la mejor sucá se puso a pleno…
Aquel que se atreviera a escabullirse del trabajo de adornar la sucá y deambulara por el barrio de los veteranos, asistía a visiones poco acostumbradas: veteranos compañeros del kibutz cargando antiguas piedras al interior de la sucá, y compañeras adornándolas con gigantescos ramos de drimias de mar; los abuelos se trepan a los árboles y cuelgan linternas de papel.
Los niños, por su parte, ya desde la mañana, trabajaron enhebrando aceitunas y dátiles, y armaron calaveras y caretas con sandías y berenjenas…
En nuestra propia sucá, mi mandolina despertó de su letargo de años, y recordó milagrosamente todas nuestras "primeras canciones" de antaño.
Cuando todo en nuestro derredor florecía menos, y todo en nuestro interior florecía más. Los niños y el joven huésped francés, que vino de casualidad, se preguntan por la ternura que se apoderó de repente de nuestra pequeña sucá…

More >











