La cuenta
Una vez, en la víspera de Iom Kipur, dijo el justo Rabi Elimelek de Lizansk de bendita memoria, a sus discípulos: "¿Queréis saber qué se hace en la víspera de Iom Kipur? Id donde el sastre en el extremo de la ciudad".
Fueron, y se colocaron junto a la ventana de su casa. Vieron que él y sus hijos rezaban de modo simple como todos los sastres. Después de las plegarias se vistieron con las ropas de Shabat, encendieron las velas y tendieron una mesa llena de manjares, y se sentaron a la mesa con gran alegría. El sastre sacó entonces del armario un libro en el que estaban escritas todas las faltas que cometió durante el año desde el Iom Kipur pasado hasta este Iom Kipur, y dijo: "Soberano del Universo, hoy ha llegado el día de hacer las cuentas entre nosotros por todas las faltas que hemos cometido, pues es tiempo de expiación para todo Israel". Enseguida comenzó a calcular y a contar todas las faltas que había cometido durante el año, todas las cuales estaban anotadas en ese libro de memorias. Después de acabar la cuenta de las faltas, sacó otro libro, más grande y pesado que el primero, y dijo: "Soberano del mundo, antes conté todas las faltas que yo cometí, y ahora contaré todas las faltas que cometiste Tú". De inmediato calculó todo el dolor y los sufrimientos, las desgracias y las humillaciones, enfermedades malas y pérdidas económicas que sufrieron durante todo el año él y los miembros de su familia. Cuando terminó la cuenta dijo: "Soberano del mundo, si pensamos de verdad con rectitud, Tú me debes más de lo que yo te debo a Ti, pero no quiero ser exacto contigo en la cuenta, porque hoy es Iom Kipur y cada uno debe reconciliarse con su prójimo. Y por eso te perdonamos por todas las faltas que has cometido contra nosotros, y también Tú perdónanos por todas las faltas que hemos cometido contra ti". Se sirvió un vaso de vino, dijo la bendición "She Hakol" y dijo en voz alta: "Lejaim, por la vida, Soberano del Mundo, nos perdonamos unos a otros por todos los pecados cometidos cada uno con su prójimo, y todas las faltas, tanto las nuestras como las Tuyas, quedan anuladas como si no hubieran ocurrido". Después comieron y bebieron con alegría muy grande.
Los discípulos volvieron adonde su Rabi y le relataron todo lo que habían visto y oído. Y le dijeron que las palabras del sastre habían sido muy duras, con un gran atrevimiento de su parte hacia el Creador. Les dijo el Rabi: "Sepan, que el Santo Bendito Sea, en persona y con toda su Comitiva Celestial vienen a escuchar las palabras del sastre dichas con tanta simpleza, y de sus palabras surge la voluntad y la alegría en todos los mundos".
Libro de las Maravillas de los Grandes de Israel, Rabino Israel Bekmeister.