Rosh Hashaná y Yom Kipur:

 

Las festividades judías son, en su mayoría, fiestas de la memoria, en las que el individuo, la familia y la comunidad son invitados a recordar y reconstruir de modo ritual, un acontecimiento histórico significativo ocurrido en nuestro pasado.

 

El individuo judío es llamado a preguntarse y a educar a su hijo para que se pregunte: ¿de dónde vengo, qué abarca mi biografía?

 

En Pesaj, Sucot y Shavuot, nos preguntamos: ¿cuándo y cómo he nacido? En Egipto como esclavo, de donde salí liberado. Estuve en el Monte Sinaí. Deambulé por el desierto hacia la Tierra Prometida, me asenté y trabajé su suelo.

 

Pero Rosh Hashaná y Yom Kipur no tienen historia, no tienen memoria, no tienen pasado, ni relato, ni drama. Por eso, no es el tiempo, ni el nacimiento ni la identidad, lo que determina su contenido. No es lo que ocurrió en el pasado, sino lo que tal vez ocurra. El rostro y el corazón se calibran en la dimensión del tiempo: el futuro. Estas dos fechas nos interpelan: ¿en qué dirección va tu vida? ¿Cómo has elegido vivirla? ¿Tienes un sueño, una aspiración que concretar?  ¿Tienes un modelo de humanidad y de sociedad? ¿Cuál es el modelo de sociedad israelí en tu opinión? ¿Cómo es tu kibutz? ¿Cómo es tu casa y tu familia? Si quieres crear otra realidad, mejor y más justa, ello solo depende de ti. De tu aspiración al cambio.

 

Es tu aspiración redimirte y redimir tu sociedad. Depende de tu compromiso ahora, en el presente, pero te diriges hacia el futuro. Por ello, Rosh Hashaná y Yom Kipur son festividades humanas y optimistas que contemplan al ser humano y a su futuro.