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Fuentes y filosofía/
Shabat

Dra. Irit Aminof

Mi Shabat: pasado y presente 

Emek Izreel, verano de 5759

a. Víspera de Shabat y encendido de velas

 

En Tel Arza, el barrio de mi infancia, el Shabat se posaba en las copas de los pinos con una luz diferente de la luz de las demás noches de la semana. Todos los viernes salía a nuestro balcón (*) norte y contemplaba las bandas de luz que se iban apagando y desapareciendo detrás de los techos de las casas que bajaban por el sendero hacia Sanhedria (**). Cuando los últimos destellos de las llamas rojas de las puntas de los pinos desaparecían, sabía que era Shabat.

 

En aquellos años, todavía no significaban nada para mí los sonidos de la alegría y la plegaria que emanaban de las muchas sinagogas de todo patio en nuestro barrio, en el límite del Barrio de los Bujaris. Estaba lejos, por entonces, de saber que un día me sumergiría de lleno entre las páginas del Talmud y la literatura de Nuestros Sabios Z"L, y que enseñaría su sabiduría a multitudes. Entonces, solo me identificaba con los últimos rayos de sol de la víspera de Shabat y me solazaba en las últimas horas, sola en mi balcón, frente a la luz que se atenuaba y las cortinas cerradas con vistas al Shabat, en las ventanas de las casas, allí en nuestra calle.

 

Mi madre encendía las velas de Shabat, pero no según las horas "fijadas por ley".

 

Mi madre, hija de idealistas miembros del Bund en Bielorrusia y Lituania, no sabía siquiera de la existencia de las "horas obligatorias" para encenderlas. Ella (que había sido miembro del movimiento juvenil "Hashomer Haleumí" que inmigró a Israel con mi padre, también él de "Hashomer Haleumí" de principios de los años treinta) sentía la hora del Shabat y, entonces, encendía sus velas.

*

 

Aún hoy, cuando el sol se pone en la víspera de Shabat, vuelvo a Tel Arza y veo claramente las copas de los pinos con su luz rojiza oscura como velas encendidas, y cuando ella desaparece, quedan parados como figuras negras a la luz del crepúsculo. Recuerdo que cuando cantábamos en la escuela: "Ha descendido el Shabat sobre el Valle de Guenosar, y un antiguo aroma en sus márgenes", me preguntaba cómo no sabía el escritor que el Shabat descendía sobre Tel-Arza en Jerusalén, y en ningún otro lugar.

 

*

 

--------

(*) En la Jerusalén de mi infancia, no se usaba la palabra "patio". Todos conocíamos el balcón, y todos nos parábamos o nos sentábamos en el balcón. Cuando llegó el "patio" a nuestra ciudad, ya era una chica grande.

 

(**) El mismo sendero que bajaba de Tel Arza a Sanhedria es hoy una arteria de gran importancia que lleva un nombre controvertido: Avenida Bar Ilán. Entonces era un sendero no demasiado ancho, en cuyas bajadas mi hermano y mi hermana se deslizaban con sus patines de ruedas hacia el parque Sanhedrin y yo corría tras ellos, y en la bajada, mi hermano mayor me montaba en su bicicleta, mi corazón temblando de miedo por la bajada empinada. Con el asfaltado del sendero, murió el sendero llamado "la bajada de Sanhedria" y nació: "la Avenida Sanhedria".

 

Con los años, cuando formé mi propio hogar, supe intuitivamente que encendería las velas de Shabat cuando bajara el sol y sus rayos "se enhebraran" dentro de las copas oscuras, ¡ni antes ni después!

 

No sé ni quiero saber jamás las horas formales según las condiciones de la Halajá (ley rabínica) o la división de las horas del encendido según las zonas de Haifa, Tel Aviv y Jerusalén. Enciendo las velas de Shabat cuando los últimos rayos se posan sobre las copas de los árboles, cuando mi casa está limpia y preparada, cuando la mesa ya "se ha vestido" de fiesta en honor al Shabat, y cuando yo estoy bañada, limpia, cuando "me siento Shabat". Solo entonces puedo encender velas de Shabat significativas.

 

No puedo soportar la "revolucionaria innovación" del movimiento jasídico Jabad del "tanque de los preceptos" que pasa por nuestras calles y anuncia por estruendosos parlantes, a todas las mujeres de Israel, las kosher y las menos kosher, la hora del encendido de velas. Mis velas, encendidas a la hora en que sentí el inicio del Shabat, ya están encendidas, por ende, hasta las altas horas de la noche, y todas esas horas: es fiesta en mi hogar.

 

Parece ser que apunté a la opinión de los grandes al fijar la hora de encender mis velas:

 

Rabi Janina, se envolvía (en su talit, su paño ritual), se ponía de pie en la víspera de Shabat con el crepúsculo y decía: salgamos a recibir a la Reina Shabat.

Shabat 119:61

 

*

Debido a mi dedicación de años a nuestras fuentes y a la vida de Nuestros Sabios Z"L, me resulta claro que desde siempre nuestras interpretaciones y nuestros actos se dividieron en relación al marco de lo escrito y su significado. Uno de los relatos acerca de Janina Ben Dosa el ingenuo, da cuenta del hecho de que, lo que entendía la persona en su simpleza, quizás no lo entendían los "encargados" del cuidado de dicho marco.

 

En una noche de Shabat vio a su hija entristecida.

Le dijo: "Hija mía, ¿por qué estás triste?"

Le dijo ella: "Un recipiente de vinagre se me confundió con el de aceite, y encendí con él la luz de Shabat".

Le dijo él: "Hijita mía, ¿qué te importa? El que le dijo al aceite que encienda, dirá al vinagre que encienda".

Enseñanza: Todo el día ardió hasta que usaron de él para la luz de la Havdalá.

Taanit 25:61

 

¿Qué te importa, hija mía?!, le dijo. Quien ha ordenado al aceite que arda, le puede decir también, desde ya, al vinagre o a la arena o al agua que ardan. Tú has querido con toda tu alma que esas velas de Shabat ardan, ¿es de veras importante si arden con vinagre en lugar de aceite? Lo importante es que las has encendido, con intención, y que has bendecido. Aun si te has equivocado en los detalles del encendido, lo importante del asunto sigue siendo tu intención, que ha permanecido pura. Así veo yo las cosas.

 

*

 

Y así, como la importancia de los materiales de combustión, tal es la importancia de la hora del encendido. Nunca le di un valor especial a la hora escrita sobre una pizarra, si la que enciende las velas no está preparada para el Shabat. En tanto y en cuanto se mantenga la intención de recibir al Shabat, cualquier hora que elija para hacerlo estará bien para ella.

 

b. El cumplimiento del Shabat y su dignidad

 

Hoy vuelvo a aferrarme a mi derecho de explicar a quienes me ven a mí y a otros similares a mí, como gentiles sin valores, que así hemos conservado el aroma y el gusto del Shabat. Cuando éramos niños, el aroma especial del Shabat se expresaba en los aromas del jamín (guiso de Shabat), que se cocinaba sobre un fuego permanente en un rincón de nuestra pequeña cocina. Cuando el aroma se elevaba, sabíamos que el Shabat ya estaba con nosotros. Sentíamos y vivenciábamos, amábamos y nos regodeábamos en él en el mismo espíritu de diálogo que había entre Rabi Yehoshúa hijo de Jananiá y el Emperador romano hace cerca de mil ochocientos años:

 

Le dijo el Emperador a Rabi Yehoshúa hijo de Jananiá: ¿Por qué expide el guiso de Shabat tanto aroma?

Le dijo: Tenemos un solo condimento, y se llama Shabat, que nosotros echamos al guiso y por eso expide su aroma.

Le dijo: Dame un poco de eso.

Le dijo: Todo el que cumple Shabat, se beneficia de ello. Y el que no cumple el Shabat, no se beneficia.

Shabat 110:61

 

Rabi Yehoshúa Ben Jananiá explica al Emperador con nuestras palabras, que solo aquel que cumple, es decir: el que experimenta la presencia del Shabat, siente el gusto del condimento, "se beneficiará de ello". Quien no lo cumpla, es decir, el que no lo ha experimentado porque no es de nuestra fe, no podrá sentir el condimento.

 

Y así como un condimento, con aroma y sabor, diferencian a una persona de su prójimo, así será el sabor de mi Shabat – de nuestro Shabat- diferente, del sabor y el aroma de lo que será en lo de mi vecino en el viejo barrio de "Beit Israel", en el tradicional "Gueúla" y, por supuesto, en el barrio ultraortodoxo de "Mea Shearim".

 

Lo que está claro es que tanto ellos como yo lo hemos sentido, amado y añorado, cada uno a su modo, y el condimento nos ha beneficiado de verdad.

 

*

 

Nuestro principal problema hoy es la comprensión del concepto de cumplir el Shabat y su dignidad.

 

Nuestros padres comprendieron muy bien el concepto, y ya desde nuestra infancia, antes de tener criterio propio, sentimos en nuestro cuerpo el concepto del Shabat. ¿Quién de nosotros no ha tenido una blusa blanca y bonita para Shabat, con pantalones o falda azules como el mar, diferente de la ropa para los días de semana? Desde el jardín de infantes hasta hoy en día, mantengo meticulosamente la diferencia visible entre la ropa de días hábiles y la de Shabat. Aun cuando iba a las actividades en la sede de "Hashomer Hatzair", los viernes a la noche en Jerusalén, mi apariencia era distinta de la de todos mis amigos. (cuando escuché por primera vez la canción de Mati Caspi: "Un sendero en el medio, otro sendero al costado / se superponen uno con otro / qué limpieza, qué orden / qué belleza de paseo", sonreí de alegría, y supe que estaba cantando sobre mí y los de mi generación).

 

Y así, como sin querer, nuestros padres nos condujeron entonces hacia las palabras de Nuestros Sabios, que comprendieron la importancia del cambio en la apariencia externa con vistas al Shabat, y enfatizaron, por ello, la vestimenta de Shabat como diferente al del resto de los días:

 

"Lávate, pues, y úngete, ponte tus vestidos" (Rut 3:3)

"Lávate": de la suciedad de tu idolatría, "y úngete": cumplirás preceptos y harás buenas acciones.

"Ponte tus vestidos": ¿Acaso estaba desnuda? No, sino: se refiere a prendas de Shabat.

De aquí dijo Rabi Janina: La persona debe tener dos vestimentas, una para días hábiles, otra para Shabat.

Cuando Rabi Shmelai así lo demandó, los correligionarios lloraron diciendo: "Debido a nuestra enorme pobreza, como nos vestimos en días profanos, así nos vestimos en Shabat".

Rut Rabá 5:12.

 

Sin darnos cuenta, nuestras vidas se ajustaron a las palabras de los Sabios sobre el versículo:

 

"Si consideras honroso el día sagrado del Eterno y lo honras, ni ejerces tu negocio ni hablas de él" (Isaías 58:13)

 

"Honroso":

-Que tus ropas de Shabat no sean iguales que las de días profanos.

-Que no sea tu hablar de Shabat como tu hablar de días profanos…

-Que no sea tu conducta en Shabat como tu conducta en días profanos…

(Shabat 113:72)

 

Con toda seguridad puedo decir que, tanto en nuestras charlas en casa como en el movimiento, lejos de los detalles prosaicos del día a día, los temas de las actividades de las noches de viernes (como llamábamos entonces a la Víspera de Shabat), eran siempre diferentes, más profundas y serias. Hoy en día, me sonrío al leer las palabras del Talmud de Jerusalén:

 

"Dijo Rabi Jaia Bar Ba: Rabi Shimon Bar Yojai, cuando veía a su madre abundar en palabras del día a día, le decía: ¡Madre, hoy es Shabat!"

 

*

 

El concepto de "cuidar el Shabat" encierra también el ambivalente concepto de "resptetar el Shabat". Si bien estoy de acuerdo con los que dicen que "respeto" es un concepto relativo, este respeto, de todos modos, se puede ver e incluso tocar. Creo que se puede "cumplir con el Shabat" según las reglas de la Halajá, y, al mismo tiempo, profanar el Shabat y su dignidad y respeto, tal como se puede respetarlo sin cumplir todas sus leyes.

 

*

 

En un midrash aparece un relato famoso acerca de la vaca de un judío que es vendida a un gentil, que permanece echada y no se mueve en Shabat:

 

"Dijeron nuestros sabios: hubo una vez en Israel uno que tenía una vaca aradora…

Se empobreció su mano y se la vendió a un gentil.

Debido a que el gentil la llevó y aró con ella durante seis días hábiles,

en Shabat la sacó para que arara con él, y se echó ella bajo el yugo.

Al ver el hecho, fue y le dijo a aquel de Israel que se la había vendido:

Ven a resolver esto, pues está en pena, ya que no importa cuánto la golpee yo,

ella no se mueve de su lugar.

El de Israel comprendió y le dijo: "Es por Shabat, ella había aprendido a descansar en Shabat.

Le dijo al gentil: "Iré y la haré levantarse".

Fue y le dijo al oído: "Vaca, vaca, sabes que cuando estabas conmigo

arabas en los días de trabajo y en Shabat te solazabas,

Ahora, mis pecados han provocado que estés en manos de un gentil, por favor

levántate y ara.

Se levantó de inmediato y comenzó a arar".

Versículo ampliado de la Parashá 14, "Vaca". (Edición Ish Shalom, 56:72)

 

No definiría a aquella vaca como una bestia que cumple la Halajá, es más apropiado verla como un animal que ha sentido en carne propia la esencia del día de descanso y se acostumbró, y cuando fue vendida a un gentil, continuó con su costumbre y descansaba.

 

El Shabat se había convertido también en una necesidad básica existencial. Más de una vez he escuchado que nos calificaban de bestias, inferiores incluso a aquella vaca que, a diferencia de nosotros, sabía lo que era cumplir los preceptos.

 

¡Yo no me ofendo con esta comparación!

 

Nuestras fuentes, que supieron sembrar en nosotros la sensación del Shabat en los animales del campo e incluso en las plantas, tenían una intención sumamente profunda, mucho más allá de la descripción simplista de aquella vaca.

 

Ellos comprendieron que la sensación del Shabat abarca no solamente al ser humano sino a la existencia toda, incluido el mundo animal y vegetal:

 

Dijo Rabi Shimon en nombre de Rabi Simon Jasida:

En este mundo un hombre va a recoger higos (en Shabat): el higo no dice nada.

Pero en el futuro un hombre irá a recoger higos en Shabat, y él gritará y dirá: ¡Es Shabat!

Shojer Tov, Salmos 73:

[מהד' באבער קסח' ע"א]

 

*

 

C. Profanación del Shabat

 

Muchísimas decenas de artículos de sabios enfatizan el premio que espera a quienes cumplen el Shabat, frente al castigo que les espera a sus profanadores.

 

Desde el artículo:

Por jurar en vano, por jurar en falso, por profanar el Nombre de Dios y por profanar el Shabat

 

 

Pasando por las duras palabras:

"Dijeron Rabinos: Por tres faltas mueren mujeres en sus partos:

Rabi Aja dijo: por la falta de lavar el excremento de sus hijos en Shabat".

Shabat 32:71

 

Hasta el dicho de importancia histórica:

 

Dijo Abai: "Israel no fue destruido sino porque profanaron allí el Shabat"

Shabat 119:72

 

No obstante, frente a todo ello se presenta la concepción humana, que sostiene que la salvación del alma está antes que el Shabat.

Shabat 132:71

 

Y también: El tanaíta, Rabán Shimon Ben Gamliel dijo:

Un bebé de un día que está vivo: por él se profana el Shabat,

Si está muerto el Rey David: no se profana por él el Shabat.

Shabat 161:72.

 

Por salvar la vida, afirman Nuestros Sabios, se puede profanar la santidad del Shabat, pues su santidad es secundaria en importancia respecto de la santidad de la vida. No suelo utilizar mucho el concepto de "santidad", pero en pos de la claridad, no hallé otro concepto que aclarara mejor mi intención.

 

Símbolos importantes como el Shabat, o como David Rey de Israel, están en un grado de importancia menor respecto del valor de la vida. Por eso, un bebé de un año que vive y que se lo puede salvar, es más importante que el valor del Shabat, por sublime que sea. En cambio, David Rey de Israel, si no vive, no hay razón por la cual corresponda profanar por él el Shabat, y este permanece más alto que aquel.

 

Se trata de un Shabat en el que no solo hay un "alma adicional", sino una concepción especial, entendimiento y sabiduría del mundo. Ese es el Shabat que hemos recibido.

 

*

 

D. Memoria del Shabat

 

Cuando me pregunten, a la edad de cien años, cuál es mi recuerdo profundo de Shabat, diré sin dudar: el programa de radio "Canciones hebreas a pedido". Cada sábado a las doce del mediodía, antes del almuerzo, la familia entera se reunía junto a la "caja cantarina" de la que surgían: la voz de Shoshana Damari, que cantaba sobre "Bat Sheva" y sobre "Aia", sobre "Un fortín solitario a la izquierda de la ruta de Harel", o sobre las "Anémonas", la profunda voz de Shimshon Bar Noi cantando sobre el lago Tiberíades, las voces de los cantores de la Brigada con "Canción de agradecimiento", o los cantantes del coro Chizbatrón con las canciones de "Munición liviana" de la Guerra de la Independencia.

 

La casa estaba envuelta en voces y sonidos de la Tierra de Israel, y empapada de amor por el pueblo de Israel y su tierra.

 

Era este un Shabat israelí, especial, lo amábamos y, junto con él, amábamos todo lo vinculado con nuestra experiencia israelí y judía. Desde el punto de vista de la Halajá he de admitir: lo profanábamos, pero desde el punto de vista de los valores, del vínculo con el pueblo, era y aún es mi Shabat, nuestro Shabat.

 

Tanto si ingresa en nuestras vidas a las cuatro y treinta de la tarde del viernes, como si penetra en nuestras existencias a las siete de la tarde, tanto si encendemos la radio o el tocadiscos y escuchamos música, como si escuchamos la oración que se eleva de la sinagoga, el contendido que le infundamos será nuestro, personal.

 

En tanto y en cuanto la llenemos de cosas buenas y de un cambio esencial respecto de lo cotidiano, no lo estamos profanando sino cumpliendo, lo estamos respetando e incluso conservando.

 

[Conociendo a Elisha Ben Abuia "de cerca", no me cabe duda de que, incluso en aquellos momentos dramáticos sobre su caballo en Shabat, Elisha, como nosotros, habrá sentido la carga del Shabat sobre sus espaldas y la habrá sentido a través de las herraduras de su corcel. Y cuando le ordena a Rabi Meir, su discípulo y amigo, arrepentirse por profanar el Shabat, le está dando su expresión más profunda a la vivencia del Shabat, por más que, a ojos de los sabios, Elisha fuera considerado uno de sus peores profanadores.]

 

También nosotros, los que insuflamos en el Shabat un contenido diferente del de los días profanos, y lo tratamos con amor, ¿quién podrá decir que no lo cumplimos, que no lo respetamos?

 

¡Solo nosotros tenemos la respuesta!

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