No la riqueza, no las posesiones
Rabi Shimshon Refael Hirsch, autor de "Torá con buenos modales" (Jorev):
No la riqueza, no las posesiones… No son ellas las que garantizarán y fortalecerán la vida
Que se sepa: si eres hombre rico, hombre de Israel, no es la riqueza, no es una mikve, ni posesiones, ni una finca, ni los actos de los humanos con sus estratagemas, de lo que se enorgullecerá el hombre, no son ellos los que asegurarán y fortalecerán la vida. Solo el Eterno es por sí solo quien mantiene la vida y sostiene su existencia…
Si eres pobre, hombre de Israel, si eres tan pobre que estás desesperado y tu alma seca, si no tienes nada, ni tienes ayuda en tu adversidad, sal a pasar un Shabat bajo una sucá de paja, abandona tu jardín que te protege y te oculta del viento y el frío, de las corrientes de aire y de la lluvia, ríndete con alma entregada y quiébrate aún más… Confía en el Eterno, que mantiene la vida de todo, de los que habitan en sucot y desiertos, y los conduce a manantiales de agua.
Pero no estás solo con el destino de tus huesos, que con enseñanzas de un hombre particular vayas a habitar solo en tu sucá, sino que, con las enseñanzas de un hijo de Israel fiel al Pacto que es el destino de tu pueblo, es que debes venir a la sucá. ¡Un joven hijo de Israel! Ven a la sucá también como ciudadano de la humanidad: "Y será en el final de los días", así lo anunciaron nuestros profetas y sabios de bendita memoria para el final de los días, cuando la humanidad sea primera en ascender, al comprender su historia y la de sus generaciones, el reconocimiento fiel de que las "banalidades" que impulsaron y realizaron, que significaron fundar la vida del mundo solo en "posesiones y riqueza", entonces también la humanidad vendrá a la sucá –a la sucá de paz general- entonces, una unión de hermanos unirá a la humanidad general como hermanos que vendrán bajo la protección de un solo Dios. La sucá liberará de las ataduras del inframundo a una humanidad cuyos pasos estuvieron apoyados sobre un espejismo que los llevaba a respetar las posesiones y la riqueza como se respeta a Dios. La humanidad se elevará, se dirigirá a las alturas y, entonces, el Eterno los recibirá bajo la sucá de Su paz, que extenderá sobre todas las familias de la tierra.