Normas
Talmud Babilónico, Tratado de Sanhedrín, 104 (Del Libro de la Leyenda – Bialik y Ravenitzky):
No se dictarán normas que la gente no pueda cumplir
Caballeros: cuando el Segundo Templo fue destruido, muchos fariseos en Israel dejaron de comer carne o beber vino. Los reprendió Rabi Yehoshúa diciéndoles:
Hijos míos, ¿por qué no coméis carne ni bebéis vino?
Le dijeron: ¿Acaso comeremos carne como la que se sacrificaba sobre el altar, que ahora ha sido eliminado? ¿Beberemos vino como el que se libaba sobre el altar, que ahora ha sido eliminado?
Les dijo: Entonces, no comamos pan, pues se han eliminado las plegarias de la tarde. Quizás frutas… Pero no, tampoco comamos frutas, pues se han eliminado las Primicias. Se puede comer otras frutas… Pero no podremos tomar agua, pues se ha eliminado la libación del agua.
Se callaron.
Les dijo: Hijos míos, esto quiero decirles: dejar de hacer duelo del todo es imposible, pues ya ha sido dictada la norma; hacer demasiado duelo es imposible, pues no se puede emitir un decreto sobre la comunidad a menos que la mayoría de ella la pueda cumplir, como han dicho nuestros Sabios: un hombre que pinta su casa, deja sin pintar una parte pequeña; una persona cubre todas las necesidades de una comida y deja una parte pequeña de ella; una mujer se coloca todas sus joyas, pero aparta algo de ellas, pues está escrito: "Si te olvidare, oh Jerusalén, que se olvide mi diestra, que se pegue mi lengua al paladar, etc."
Y todo aquel que hace duelo por Jerusalén, es digno de ver la alegría, pues está escrito: "Alegrad a Jerusalén… alégrense con ella todos los que hace duelo por ella".

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