Shosh Asher
Por Dios, que no se vuelque una sola gota
Yavne, 1988
No tenemos Keará de Pesaj. La Keará es una parte de la mesa, y sobre la mesa, papá ordena los elementos. Nuestro "jaroset" está hecho de dátiles con maní o nueces molidas. El huevo lo marcamos con tinta azul, el "karpás" son realmente hojas alargadas de karpás. El "maror" es una verdura llamada "korat" (que nuestros enemigos sean arrancados), muy picante, similar al ajo. Para el "zroa", se acostumbra a matar un cordero compasivamente y tomar partes de la pata y colocarla en la mesa. No hay Afikomán y, por supuesto, nadie se lo roba.
Todos participan en la lectura. Cada uno lee un párrafo, y cuando llegamos al versículo «Por esto que me hizo el Eterno cuando salí de Egipto» hacemos un ejercicio de acrobacia: levantamos la mano izquierda con un trozo de matzá, damos con ella una vuelta por sobre la cabeza e introducimos en la boca, para sentir el duro trabajo de la esclavitud.
Para las Diez Plagas preparamos una copa y una botella especiales. Uno de los niños lee: "Sangre, Ranas…", y papá vierte de la botella a la copa. Y por Dios, que no se derrame una sola gota, de otro modo la plaga se cumplirá. Y entonces hay un voluntario que baja la copa y la derrama en un campo alejado de la casa. En general yo era la voluntaria. Siempre llovía, siempre la "oscuridad de Egipto". Una vez quise volcar la copa en el jardín (¿y qué?) pero tuve mucho miedo de las Plagas de Egipto.

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