Ehud Rabin
Reflexión de Janucá
Publicado en la revista del kibutz Ein Hajoresh
Esta noche encenderemos la primera vela de Janucá de 5770, como continuadores de dos tradiciones combinadas, una de cientos de años de historia del pueblo judío en todas las Diásporas del mundo, y otra de decenas de años del Pueblo de Israel retornado a su tierra. Tal vez, una de las diferencias entre ambas tradiciones combinadas es que, en la primera, esperamos el milagro que vendrá y que traerá la Redención. En la segunda, nos proponemos realizar dicho milagro.
Como se espera de una idea arraigada en la tradición, esta se recuerda cada año, no solo para que no sea olvidada, sino también para que revisemos su vigencia, hasta qué punto nos expresa de modo correcto también hoy. Por ello, no debe sorprender que la tensión entre lo milagroso y lo concreto surja cada año en el orden del día.
Nuestra festividad de Janucá, dado que abunda en símbolos de la guerra entre el bien y el mal, y dado que es pletórico de ceremonias sobre los que flota la magia, con luces parpadeantes y chispas de fuego, podría hallarse en una situación en la que sus contenidos quedaran ensombrecidos debido al deslumbramiento que producen las luces. La luz, con sus múltiples medios antiguos, y con las numerosas mejoras modernas para jugar con ella, no nos exime de ocuparnos del contenido, sino que nos invita a acercarlos, hacerlos "más amigables al usuario". Los juegos de luces son un medio maravilloso para estimularnos, pero no están "en lugar de", no son los valores ni los contenidos mismos.
Si vuelvo a mencionar contenidos de los que he hablado en este lugar en años anteriores (como el heroísmo individual y grupal, la libertad frente a la esclavitud, la singularidad frente a la asimilación, el acto frente al milagro, la luz frente a la oscuridad, liderazgo) es para para verlos no solo como una lección del pasado, sino en especial como metas para el futuro. En esta festividad consideramos milagros los acontecimientos que nos ocurrieron en el pasado, pero con la mirada puesta en el presente y en el futuro. En Janucá se trata, incluso, de un motivo adicional: "En aquellos días en este tiempo".
Comencemos con nuestro círculo cercano (luego sigamos con nuevos círculos), examinemos qué es lo singular en nosotros y qué es lo "helenizante" (si es que buscamos, siquiera, singularidad), cuánto estamos dispuestos a esforzarnos y en qué medida estamos esperando que ocurra algún milagro, si aceptamos esclavizarnos en distintas formas y si deseamos liberarnos de esas esclavitudes, y qué estamos dispuestos a hacer para expulsar la oscuridad.
"El macabeo eres tú", dijo Chernijovski, y Bialik agregó: "¡Revelemos las muchas capas de luces! ¡Oh, hijos de los Macabeos!" Nos están diciendo, a su lírico modo, que se nos exige una actitud macabea actualizada, y no solo la de antaño, a cuya memoria cantamos, y en cuyo honor organizamos carreras de antorchas.
Publicado en la revista del kibutz Ein Hajoresh