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Fuentes y filosofía/
Pesaj

David Frishman

Sinaí

Y le habló Dios, así diciendo: ―Irás de regreso a Egipto y un pueblo me harás. ¿Sabes cómo se hace un pueblo?

 

A los trabajadores y a los míseros llamarás a ti, a todos aquellos que gimen de trabajo y opresión, torturados bajo la mano que suprime y sus funcionarios, que no tienen sino un corazón, y en este corazón un poco de sentir, les hablarás, los rescatarás de la Casa de Esclavitud, los redimirás, les darás leyes y mandatos, y los harás pueblo.

 

He aquí que el hombre hará Pitom y Ramsés, construirá gigantes en el cielo, las pirámides y los obeliscos, y colocará esfinges para que estén por siempre, pero todo ello empalidecerá y todas aquellas criaturas desaparecerán y serán nada frente a la gran creación en la que un hombre creará un pueblo. ¡Y tú crearás para mí un pueblo!

 

Irás a Egipto donde los torturados e infortunados, te presentarás ante todos esos gimientes y oprimidos, y les dirás que son esclavos, y no comprenderán; les dirás que desgraciados son, y no estarán enterados; que grande es su pobreza, enorme su dolor y terrible su opresión, pero no creerán; y abrirás sus ojos con mano fuerte ante toda su opresión y toda su pobreza, y los liberarás.

 

Mucha gente te seguirá de entre tus hermanos, a los que no conocías y que no te conocían aún, y de todo pueblo en derredor, sufridos de amargura, serás padre de multitudes y jefe de sus tribus, harás de gusanos hombres, y de hombres un pueblo, y del polvo de arena un país.

 

Pitom y Ramsés pasarán, las pirámides caerán, los obeliscos se desmoronarán y las esfinges ya no estarán, pero este pueblo quedará. Pues no acabará el pueblo de infortunados sobre la faz de la tierra, y serán sus días como los del cielo sobre la faz de la tierra.

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