En su infancia, mi abuela Lederer vivía en una aldea pequeña y cerrada de Transilvania (Shimshon y Sara visitaron la aldea hace cerca de un año: de 70 familias judías que vivían allí, no quedaba ni el recuerdo, y solo con mucha dificultad hallaron el lugar donde había estado su casa).

 

Los habitantes de esta aldea gustaban, Dios nos guarde, de emborracharse. Y así ocurrió, que el padre de la abuela, que era un hombre respetado en el pueblo, trajo una vez para la Festividad de Pesaj, un enorme barril lleno de vino fino de Italia. Corrió el rumor de boca en boca, y se extendió por toda la aldea. La gente se vino a toda velocidad y se reunieron en casa del dueño del barril para probar una pizca. Porque deben ustedes saberlo: por respeto a las cuatro copas, no se prueba antes del Seder más que un sorbo.

 

Dieron los hombres un pequeño sorbo, vieron que era bueno, y tomaron otro.

 

Al ver que era tan bueno, probaron otra y otra vez, hasta que ya no diferenciaron entre Pesaj y Purim. Después de todo, en cada generación debe el hombre sentirse como si él mismo hubiese salido de Egipto.

 

¿Qué hicieron? Tomaron el borsch, que estaba preparado para el Seder, lo volcaron sobre el piso del cuarto, y cruzaron el "mar" a tierra seca.

 

Así festejaron ese año Pesaj en aquella aldea.

 

[La abuela Lederer (Kojavi), de Tzuba. Dialogaron: Mijal Guenes, Yankale, Dina Gold.]