Natán Alterman
El hombre vivo
Un hombre vivo habló a su corazón, y ante él pasó
una batalla. Su mano determina tu juicio.
Y tú, no digas: “del polvo provengo”.
Pues del extraño que cayó en tu lugar provienes.
Del extraño provienes. Provienes del extraño
que cayó en las batallas de ciudades o valles.
Tal es la naturaleza del tiempo. Tal es su camino predestinado.
El alma viva de quien sobrevive
es creada por él de la persona que saqueada cae,
poniéndole la señal del saqueador.
Y nuestras vidas, al seguir adelante, llevan
la señal de la ofrenda y la señal del saqueo.
Y el vivo dijo así: aquél que de su mano
tomó mi alma el botín, no elevará un regaño,
sino que silencioso en mis venas, como por una roja escalera,
juntas mi vida y su vida ascenderán.
Junto con mi vida, al levantarse y andar por los caminos,
también la vida del extraño calladamente ascenderá.
Junto a mí se encontrará en la otra escalera
como una entidad anónima y concreta...
y es un leve susurro que se absorbe en mi alboroto,
como una red trenzada dentro de otra red.
Y es un leve susurro que no se escucha
pero lo oyen en extensas tierras y cielos.
Y mi risa es, a veces, no solamente mía,
y mi silencio es tocado por el silencio del extraño.
Y me dije: “echaré a mi hermano de mi frontera..."
Y se angustiaron los días como faltos de respaldo.
Y se angustiaron los días como faltos de respaldo
y el reino creado casi se rompía.
Y hasta en momentos de anarquía se hostigó la ley
y se torció la ciudad y perdió su equilibrio.
Porque fue sobe la alianza de los unidos que se crearon las calles y la ciudad
y una sociedad que ha cambiado con el tiempo.
Y una sociedad que ha cambiado con el tiempo
que pone al descubierto sus principales pilares.
Así es la naturaleza del tiempo y su juicio. Como una condición,
como una ley inviolable que determina
que juntos el muerto y el vivo su carga sostendrán,
así es como ambos juntos el mástil sostienen.
Así sostienen ambos juntos el mástil,
extraños y hermanos como agua y fuego.