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Rajel Jalfi
Hay una hora en que la luz
Conocí allí una dicha sin igual,
y aquel tiempo era el día séptimo, el Shabat
y todos los árboles se elevan fuertes a lo alto.
Y la luz iba en derredor fluyen como un río al manar,
y el globo del ojo anhela el globo solar.
Supe por entonces de una dicha sin igual.
Las copas arboladas brillan y la luz es insaciable,
se funde con las olas del río, y enciende sus ondas,
aun mi cabeza es a sus ojos una manzana dorada a tragar.
Las olas del río en su apuro y el tallo de la hierba navegante,
ese día que era el séptimo, el Shabat
y todos los árboles que apasionados se elevan
y yo, que entonces supe de dicha sin igual.
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