Natán Alterman
Por telégrafo a Gromyko
“Séptima columna”, artículo escrito tras el primer discurso de Gromyko en la Asamblea de las Naciones Unidades a favor de una solución sionista, 1947
Para Andréi Gromyko,
Lake Success, recinto de la ONU.
Gracias.
No tengo palabras.
La población sigue aún conmocionada.
Nos despertamos por la mañana. Abrimos el periódico...
y nos quedamos pasmados,
preguntándonos: ¿cómo puede ser?
Porque... quisiera que comprenda: nos hemos acostumbrado, con el tiempo, a no recibir
noticias de este tipo,
con sabor al maná del desierto.
También nos desacostumbramos de esa sensación cálida,
desconocida,
extraña,
de un poco de consuelo.
A veces es la sensación saludable, cálida y buena
de un nadador luchando contra las olas hasta el infinito,
cuando, de repente, le arrojan un salvavidas desde la playa...
Su lucha sigue siendo agotadora...
aún no ha sido decidido su destino...
pero ¡gracias! grita el nadador
a quien el salvavidas le ha tendido.
Bueno es el día de hoy... especialmente si se agrega al espectáculo
el semblante de Bevin en el momento exacto...
de oír en las salas
de hechicerías y “drei”
una voz extraña - la voz
de Gromyko Andréi.
Hay quienes dicen que debemos aún esperar y ver.
Pero, el hecho es:
que se han ensanchado un poco las paredes.
Y hay aquí cierta sensación especial de,
¿cómo decirlo?
como la sensación de un cumpleaños.
Y, en cuanto a los hombres de Hashomer Hatzair...
¡Si los viera!
¡Como novios en boda andan por ahí!
Así es, Gromyko Andréi,
hay muchísima excitación.
Está bien. Es permisible.
A veces nos está permitida.