Y cuando el Ministro Montefiori cumplió ochenta
entonces vinieron a su casa los ángeles blancos
se pararon al lado de su lechi y le dijeron:
El Santo Bendito Sea te quiere con él...
Y contestó el Ministro Montefiori exactamente:
Perdónenme amigos, pero realmente estoy ocupado
ya que nuestros hermanos tienen muchos problemas en el mundo
aquí un Pogrom en Rusia, como no ir a ayudarlos
ya que si no soy yo ¿quién ayudará a todos?

Y se subió al carruaje
y ¡Arre! A los caballos les dijo,
y aquí donó a escondidas, y allí caridad
y aquí un pellizco en la mejilla o una caricia de amor
para todos los judíos alegría y orgullo
¡y felicitaciones al Ministro!

 

Y cuando el Ministro cumplió noventa
le dijeron: Suba que allí arriba lo llaman
les preguntó el Ministro: Díganme, ¿cómo podré? ¿Cómo se cancelará el libelo de sangre en Damasco?
Tienes que ir a donde el odioso Fajah,
y decirle que se avergüence y como permite eso
y si hay que ponerle en la mano algo de coima
algún regalo grande pero que nadie se dé cuenta
y si no soy yo, quien le va a dar eso al turco,

 

Y se subió...

 

Y cuando el Ministro cumplió cien
dijo: He tenido suficiente, mi alma está satisfecha,
fueron millones a disparar y francos y bishlik
pero para los judíos nunca fue suficiente
le dijeron: Honorable solo venga a mirar
hay que construir otra habitación en la tumba de Rachel
y elevar el Muro de los Lamentos
Y traer judíos a Neve Shaananim
¿y quién sino usted, maestro, adorado?

 

Y se subió...

 

Y cuando el Ministro cumplió ciento un años
lo besaron los ángeles con el último beso
y así sus ojos se cerraron en su pedido
sólo una piedra de Jerusalén bajo su cabeza
cubierto con un talit de seda y descansa en su ataúd
finalizó el Ministro Moisés su último viaje,
pero hay otras personas dispuestas a jurar
que a veces a la noche cuando miraron alrededor
vieron a Montefiori al lado del carruaje.

 

Y se subió...