Sólo ahora hemos llegado a comprender que el idioma humano no alcanza para expresar el insulto ardiente. La pérdida de la imagen humana. La realidad se nos revelaba tal cual era por una fracción de segundo, casi como en una visión profética: habíamos llegado al punto más bajo, estábamos tocando fondo. Ya no era posible descender más. No nos había quedado nada: nos quitaron la ropa, los zapatos, ni siquiera el cabello nos dejaron. Si hablábamos, no escuchaban lo que decíamos, y si nos hubieran escuchado no nos hubiesen entendido. Ya pronto nos arrebatarían los nombres. Si de todos modos quisiéramos mantenerlos, deberíamos invertir todas nuestras fuerzas para que quedara algo de nosotros. Algo de lo que habíamos sido.

Sé que no es fácil entender mis palabras, y es mejor que así sea. Por lo tanto, intenten pensar en el gran valor que tienen los hábitos cotidianos de cada persona y cuánto significado tienen. Cavilen sobre los muchos objetos que posee incluso un pobre mendigo apostado en una esquina de la calle: un pañuelo, una vieja carta, la foto de una persona querida. Tales objetos son parte de nuestro ser casi tanto como los miembros de nuestro cuerpo. Nos resulta imposible imaginar la vida sin ellos. Si se nos pierden, vienen otros inmediatamente a ocupar su lugar. Y son nuestros porque atesoran recuerdos: porque tienen el poder de despertar en nosotros pensamientos.

Ahora, imagínense a una persona que ha sido privada de su hogar, sus hábitos y su ropa, que ha sido arrancada de sus seres queridos y de todo, absolutamente todo lo que tenía. Una persona así no sería más que un caparazón vacío, no le quedaría nada, permanecería miserable e indefenso. Ni siquiera le quedaría la dignidad. No podría ya distinguir entre el bien y el mal. Por eso es muy posible que, al perderlo todo, sería sumamente fácil quitarle también su personalidad. Tal persona pasa a ser una criatura muy inferior a la que es fácil matar sin pensarlo dos veces. Tal persona no puede ser considerada como un ser humano. En el mejor de los casos, podría ser sentenciada a vivir o morir de acuerdo con consideraciones de conveniencia. Quizás sea posible ahora entender el doble significado del nombre "campo de exterminio". Y quizás sea posible ahora comprender a qué nos referimos cuando decimos que estábamos "tocando fondo".