Arieh Ben Gurión
Los preceptos de la sucá
Habitar la sucá, salir de la vivienda permanente a otra temporaria, tiene muchos sentidos.
El primero de ellos es el recuerdo de la Salida de Egipto y el deambular del pueblo por el desierto durante cuarenta años, y el hecho de que los Hijos de Israel habitaban por entonces en sucot. La sucá nos enseña que el hombre debe recordar en su riqueza, la pobreza, en sus días de gloria, su bajeza, en su grandeza, la época en la que era un hombre simple, en días de paz, el peligro de la guerra, cuando pisa tierra firme, la tormenta del mar y, en la ciudad, el desierto. Pues nada hay que nos alegre más que el recuerdo de los días malos, en los días de mayor bienaventuranza.
Habitar la sucá nos enseña, pues, una virtud: contentarnos con lo poco que tenemos. En una modesta y pequeña sucá, techada apenas con un enramado de árboles, allí se cumple el precepto de la alegría en la Fiesta.
La sucá se llama también "Sucat Shalom", Manto de paz, que simboliza el anhelo de paz para toda la humanidad, y en la Fiesta de Sucot se sacrificaban, en la época del Templo de Jerusalén, setenta bueyes, por las setenta naciones del mundo, como una señal de la Sucat Shalom entre Israel y las naciones del mundo.

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