Consolarlos, es mi deseo
Moshé Barsky, uno de los pioneros de la Segunda Aliá y miembro del grupo Degania, fue asesinado por atracadores el 22 de noviembre de 1913. Sus compañeros del grupo enviaron una carta a su padre en Rusia:
"Entre nosotros, entre los veinte hombres y mujeres jóvenes que abandonaron las casas de sus padres y partieron a la tierra de nuestros antepasados con la aspiración de crear y construir nuestro futuro, vivió y trabajó vuestro hijo, nuestro hermano Moshé.
El corto período de ocho meses durante el cual vivió aquí fue suficiente para que se labrara entre nosotros un vínculo espiritual eternamente inolvidable. Vuestro querido hijo fue muy amado en nuestro grupo y su memoria será recordada por las personas que, en pro de la construcción en su tierra, han sacrificado sus jóvenes fuerzas y han humedecido de sangre nuestra tierra, la tierra de nuestros antepasados por la cual luchamos.
Sentimos profundamente vuestro dolor. Vuestra tristeza es nuestra tristeza, la cual está profundamente grabada en nuestros corazones. ¿Podrá, quizás, consolaros el hecho de que la sangre de vuestro hijo ha intensificado y profundizado en nuestras almas la conciencia y la emoción, gracias a las cuales somos capaces de resistir en nuestra lucha y no retroceder hasta que se cumpla nuestro ideal: el ideal de los mejores del pueblo de Israel?".
Unas semanas más tarde, recibieron en Degania la carta de repuesta del padre de Moshé:
Honorables amigos - ¡Grupo Degania! He recibido vuestra valiosa carta que fue escrita con lágrimas y sangre. He visto en ella palabras sinceras salidas de corazones rebosantes de amor y camaradería, de personas unidas por un vínculo espiritual que nunca podrá ser cortado. ¡Queridos hermanos! Ha ocurrido lo que rogábamos que no ocurriera, es un terrible golpe para nosotros. Pero tengo fe en que no se debilitará vuestro espíritu ni retrocederéis en vuestro camino, ¡Dios no lo permita! ¡Por el contrario! Espero que el recuerdo de mi difunto hijo os añada aún más fortaleza y coraje para permanecer vinculados en la guerra santa hasta que, finalmente, hayamos cumplido nuestro gran ideal, por el cual y entre vosotros sacrificó mi hijo su alma y cuerpo. ¡Hermanos en el ideal! No solamente para expresar mis sentimientos de gratitud por vuestra participación en mi dolor es que os escribo, sino que también deseo consolaros, puesto que, evidentemente, mi dolor es también el vuestro. Por lo tanto, deseemos juntos que la sangre de nuestra gran pérdida, la sangre de mi hijo y vuestro hermano Moshé sea bendecida y que, quizás, sea éste el último sacrificio en el altar de nuestro santo ideal.
Duro y enorme es el dolor. Pero no lloramos ni nos lamentamos.
Queridos hijos, trabajad con ahínco y con la esperanza de que nuestro pueblo fortalezca vuestro ideal. Os enviamos a nuestro segundo hijo, para que ocupe el lugar de nuestro hijo caído. La muerte de Moshé hace que todos nosotros hagamos Aliá a Israel.
Hertz Barsky