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Fuentes y filosofía/
Shabat

Por Abraham Rozenwasser

Día de descanso y santidad 

Tomado del cuadernillo: "15° Aniversario de Kfar Yehoshúa"

Día de descanso y santidad a tu pueblo has dado –

 

Temporada de cultivar el maíz. Por la mañana, cuando viajaba al campo, pasé por el molino. Me dieron varias bolsas de suministro, las saqué afuera, pensaba llevarlas a casa al anochecer, cuando regresara del campo, por las dudas de que el molino estuviera cerrado a esas horas. Otros compañeros hicieron lo mismo que yo.

 

Todo el día trabajé al ritmo acostumbrado en esta época del año. Intenté terminar la labranza de la parcela en el mismo día. En el medio de la tarea, en las horas de la tarde, escucho de repente el sonido de una campana*. Me volví hacia la aldea: ¿un incendio? No se veía humo. Detuve a las mulas y pensé: ¿qué sucede? De todos modos, están tocando la campana. Entonces advertí que el sonido venía de Sde Yaacov. Recordé: hoy es viernes, y en Sde Yaacov tocan la campana una hora larga antes del ocaso, señal para que los trabajadores cesen la tarea. El Shabat se acerca. Me avergoncé de mí mismo. Me quedaban algunas filas, terminaría en poco tiempo más, en algunos pocos minutos. A mi alrededor, todos araban. Azoté a las mulas: ¡Rápido!

 

Entonces me dije a mí mismo: suelta a las mulas y regresa a casa, ¡el Shabat se acerca! Otras tres filas, otras dos, y en derredor todos aran.

 

Y de mi parcela se veía Sde Yaacov como en la palma de una mano. Allí hay un hombre de Sde Yaacov que espera al Shabat como quien espera a un huésped deseado. Con el sonido de la campana cesa el trabajo. Se apura a casa, termina de ordenar el patio, se sacude los últimos restos de labor, ¡y es libre! He aquí "un campesino hebreo en la Tierra de Israel".

 

En tanto, yo termino de labrar toda la parcela, suelto a los animales y regreso a casa después del ocaso. En mi corazón siento una angustia que no puedo expresar. Mi vecino en el campo también terminó y viaja detrás de mí. Me detuve junto al molino. Estamos apurados, nos ayudamos uno al otro, pero me pesa el alma. Mi vecino me dice: "¿Escuchaste la campana? Envidio a los de Sde Yaacov, ya están libres y están disfrutando del descanso y del Shabat. Y yo todavía tengo que descargar las bolsas de la carreta, cosechar hortalizas, ordeñar y llevar la leche al tambo. ¿A qué hora voy a terminar?"

 

No le respondí. Viajamos, cada uno a su patio. Ya empezaba a oscurecer. Angustia y pesar en el corazón.

 

*Sonido de campana: en cada poblado había una campana grande que servía para dar alarma y para reunir a los habitantes.

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