Jedera era en aquel tiempo una especie de centro laboral y también de guardia hebrea. La existencia de la comuna en Jedera influyó sobremanera en la vida del obrero en esta moshavá. La noticia de nuestra salida de la moshavá para mudarnos a Um-Djuni, provocó una fuerte impresión en el sector obrero de Jedera y en toda la Tierra de Israel. El día de nuestro establecimiento en los terrenos de Um-Djuni, Degania, nuestro grupo constaba de 12 personas, entre ellos dos compañeras. La "kvutzá", como se terminó de conocer, es una creación original, eretz-israelí, cuyo origen y raíz se halla en la idea nacional y moral que trajo a todo el movimiento pionero trabajador a la Tierra patria. El 25 de Tishrei de 5671, 1910, la kvutzá se puso manos a la obra.

 

Nuestro compañero Moshé Barsky en Degania, y Yosef Zaltzman en Kineret, fueron asesinados. Moshé Barsky, que era siempre el primer voluntario para todo, salió a lomo de mula hacia Menajemiá para traer medicinas para un enfermo, y cerca de la medianoche lo encontraron muerto a la vera del camino. Hicimos llegar la noticia de su muerte a su padre en Rusia, y esta es la respuesta que recibimos, como recordación y documento:

 

«Estimados compañeros, ¡Kvutzat Degania! He recibido vuestra entrañable misiva, escrita con lágrimas y sangre. En ella he leído palabras sinceras, salidas de corazones amantes y amigos, enlazados en eterno vínculo espiritual. ¡Queridos hermanos! Aunque no fuera así como lo soñamos, gran fractura es. Pero creo yo que no decaerá vuestro espíritu, ni retroceder los hará. ¡Por el contrario! Espero yo que el recuerdo de mi hijo muerto os infunda poder y fortaleza para soportar la sagrada lucha hasta la ansiada concreción de nuestra gran idea, por la cual y en vuestro seno sacrificó mi hijo su alma y su sangre. ¡Correligionarios! No quiero tan solo expresaros mi agradecimiento por acompañarme en el sentimiento, sino también llevaros consuelo, puesto que mi pesar es también el vuestro. Por eso, mantengamos juntos la esperanza en que la sangre de nuestro gran sacrificio, la sangre de mi hijo y vuestro hermano Moshé, sea aceptada, y que sea quizás el último sacrificio en el altar de nuestra idea sagrada.

Grande y enorme es el dolor. Lo lloramos, no lo despedimos.

Queridos hijos, trabajad con energía y esperanza en que nuestro pueblo fortalezca vuestra posición. Les enviamos a nuestro segundo hijo, para que ocupe el lugar de su hermano caído. La muerte de Moshé nos lleva a todos a Eretz Israel.

 

 Herz Barsky

 

Degania Alef, 5707

 

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