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Fuentes y filosofía/
Tisha BeAv

Zeev Vilnaí

El Muro de los lamentos para los pobres

Cuando el Rey Salomón quiso construir el Templo de Jerusalén, se le apareció un ángel del cielo, que le dijo:

 

El Templo que estás por construir pertenecerá a todo Israel.

 

Reunió Salomón a nobles y ministros, a sacerdotes y levitas, y convocó también a los pobres e indigentes. Sorteó entre todos ellos el trabajo sagrado, y le tocó el Muro Occidental a los pobres e indigentes.

 

Comenzó el trabajo en la Casa de Dios. Los ministros, los nobles y los ricos compraron cedros y cipreses, trajeron jornaleros y culminaron la tarea con premura.

 

Solo el trabajo de los pobres se retrasó, porque no daban abasto. Hombres, mujeres y niños trabajaron y se esforzaron, extrajeron piedras, eran Piedras de Salomón traídas de una enorme cueva, la cueva de Tzidkiahu, hasta que culminaron la labor y erigieron el Muro Occidental.

 

Y cuando el enemigo en sus pecados sin fin destruyó el Templo Sagrado, el fuego devoró sus muros, y solo las piedras del Muro Occidental se salvaron de arder, y el Espíritu Sagrado no se movió de su lado hasta el día de hoy.

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