Reflexiones no conformistas sobre Purim, perdones y candelabros...
 

La cancelación de la fiesta de Purim me sugirió algunas reflexiones.

¿Por qué este año no celebramos esta festividad?

La razón fue que el festejo de las bodas, que tuvo lugar poco antes de Purim, reemplazaría a la celebración de la festividad, ya que no podemos "celebrar dos cosas a la vez".

Recibí este anuncio con ecuanimidad, pero a medida que se acercaba la fecha de la fiesta, vi los diarios lleno de anuncios, propagandas y propuestas de manjares de Purim y celebraciones de fiestas como corresponde, y mi corazón se llenó de pena al ver que no tenemos una tradición de festejo. ¿Por qué, me preguntaba, un compañero que no tiene hijos en el jardín de infantes no sentirá el sabor de la fiesta, no disfrutará con oznei Amán de Purim y no tendrá la oportunidad de "enloquecer" un poco? Es verdad que no podemos preparar una fiesta tras otra con diferencia de una semana, pero me parece que se puede celebrar la festividad sin necesidad de preparar un programa artístico muy elaborado.

Y en esto, creo, radica la función de nuestro "club".

El comedor en la planta baja, hacia el que apuntan todas las miradas críticas, no puede albergar una celebración sin espectáculos artísticos, o que pretendan serlo, pero en el club ubicado en un sótano, alejado del conformismo, se puede crear una atmósfera libre de alegría espontánea con una copa de vino y oznei Amán, con una broma o una conversación, con la entrega humorística de golosinas y con la sensación de haber calmado la tensión de los preparativos.

Me parece que el club también debe ampliar su ámbito y dar algún cauce de expresión a la nostalgia de muchos por sus hogares paternos.

¿A qué me refiero? Por ejemplo, a que en la noche del viernes haya dos candelabros cuya luz genere una atmósfera de shabat, o que los compañeros interesados en ello pueden oír en la noche de Yom Kipur un disco de Kol Nidrei… Creo que nuestro club debe ser menos rutinario y revestirse de un tono más hogareño.