La desigualdad se transformó de una realidad opresora a un ideal

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Los hombres nacieron iguales. No es su talento, sino en su derecho a la felicidad. Así nos contaron una vez. Hoy sabemos que es son palabras sin sentido. La desigualdad se transformó de una realidad opresora al ideal de la sociedad occidental de la abundancia. Lo inmoral se ha transformado en moral.

No es casual que en Israel, como en muchos otros países, surge un movimiento fascista sobre los pies de la ideología de derecha. Quien convierte la desigualdad económica en un principio ético, recibe al final de día la desigualdad ante la Ley como un régimen político.