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Fuentes y filosofía/
Dia de los Trabajadores

Y.J. Brener

Rosh Jodesh May

El comienzo del mes de mayo

 

El grupo se sentó y discutió la sentencia de Peytil Yudilevich frente a él y en deuda.

-¡Eres escéptico amigo! Le dijeron las hermanas altas.

-Te saltas dos artículos ¡estimado Señor! - Le dijeron con sorna las hermanas gordas.

- Hoy aquí, ayer en Londres, el año que viene quien sabe en donde - se rieron las hermanas altas.

- Hoy quien fue obrero, ayer el que se hizo obrero, y para el año que viene... - Hablaron duro las hermanas gordas.

Las hermanas altas eran hijas de una viuda pobre, las dos hacen [ilegible] Trabajadoras y de agradable rostros, y como los muchachos de Israel son todos bajos, y las hermanas altas eran por alguna razón, muy altas, no les encontraron pareja hasta el día de hoy, que tienen veintiséis y veintiocho años de edad. Las hermanas gordas son hijas de propietarios, privadas de dotes, sabían tocar el piano, hablaban solo ruso, vestían blusas rojas, y también su alma estaba amargada.

       - Pero dejénlo, ¡dejénlo! - Grito también Baruch - todo sobre uno; esto no es de la medida de piedad... De esta manera lo consumirán todo, hasta su intestino y no me dejarán a mí de él nada. ¡Dejénlo! El hombre ayer era Bandai y hoy un [ilegible], el otro día un sionista en Varjazi y mañana el diablo sabe que - todo esto le perdono, ¡se lo perdono! ¿Qué se puede hacer con una persona que no tiene un espíritu dispuesto, la capacidad de perdón? Pero si una persona como esta viene y me dice, si hoy hubiera una manifestación aquí, no lo sabe - escuchan ustedes, ¡no lo sabe! - Si el también participara en ella... Entienden ustedes, esto, esto... Esto yo ya no encuentro allí.

Baruch no era ni alto ni gordo, ni joven ni viejo, sino que las palmas de sus manos, con el meñique doblado del lado derecho, causaban cierta pereza, y su garganta siempre roncaba, como los representantes de los congresos sionistas en las primeras asambleas.

       El acusado mismo, Peytil Yudilevich , joven de menos de veinte años, con una cara amarillenta simpática y de voz cómoda y melancólica, estaba sentado todo el tiempo un tanto inclinado y sacaba anillos de humo hacia una de las hermanas altas y una de las hermanas gordas a su derecha y a su izquierda. Todas las largas acusaciones escuchó casualmente, como si no tuviera ninguna importancia. Cuando Baruch finalizó de estudiar su obligación, afirmó el acusado con la cabeza, y entonces cayó uno de sus dorados rulos sobre su frente izquierda, y otro dijo:

- Hermano, sí, el uno de mayo, el uno de mayo... Cuando pasó el invierno, que no lo vimos... Así pasan los días, así da vueltas la rueda...

El ya pide una salida, una apertura para salir por él de la pregunta ¡que le fue presentada directamente! - comentó un psicólogo del grupo.

En palabras sin sentido, no podrás susurrar sobre nosotros - avisó también Baruch sobre el asunto.

¿Qué quieren de mí? - Llamó Yudilevich últimamente, en la burla de un tormento, por así decirlo - nadie tiene posibilidades de manifestaciones este año? ¿Qué quieren?

- Y a pesar, ¡aquí no! Asumen con inocencia y pena las altas hermanas - pero en el extranjero no había...

- Ok, supongamos que en el exterior no hay muchas manifestaciones, no hay manifestaciones grandiosas - Incluso las hermanas gordas comenzaron a enfurecerse.

       - Listo, y ¿por qué? - se apuró Baruch a demostrar - ya que este año cae nuestra Fiesta de la Libertad en un día común. Yo, por ejemplo, le dije al dueño de mi imprenta: «Incluso si eso depende del lugar de trabajo para todos los días de mi vida - ¡no trabajaré al principio del mes de mayo, sin importar qué! Incluso si se ponen en peligro vidas por eso - yo no iré a la imprenta». Pero no es posible requerirle esto a las asociaciones profesionales que en cada país se festeje nuestra fiesta. ¡Yo los perdono completamente! Los tydeonianos ingleses (comenzó el hablante a sacar palabras de su corazón), por ejemplo, respondieron: ¿Quién de nosotros abandonará el trabajo en alguno de los días de los actos? Si este día cayera al comienzo de la semana, en su sábado - entonces esto sería completamente diferente, ¡de forma extrema!... Y la prueba: Hace algunos años, recuerdo, cayó el uno de mayo en día domingo...

       - Hermano, fue el primer año que estaba en Londres - interrumpió Yudelevich a su acusador con una melodía de nostalgia de «pasado y presente».

       - ¿Entonces? - Desaparecido y emocionado - ¿y hubo una gran celebración entonces? Leímos sobre esa celebración histórica... En el Hyde Park londinense, ¿no es así? Cuéntanos, cuéntanos querido Yudelevich, como fue la celebración, ¡cómo fue!

       Si fulano me servirá una taza de té...

       La taza de té fue servida- contó Yudelevich

 

*

Peytel Yudelevich llegó desde Ginebra a Londres inmediatamente después de Pesach. En Londres tenía un hermano más grande, con un taller para fabricar sombreros y Peytal se dijo a sí mismo: Es mejor visitarlo después de Pesach. A pesar de que en los últimos días de estadía de Yudelevich en Ginebra hubo cierta molestia con el «jametz», lo que le hizo abandonar la ciudad, pero allí, lamentablemente, ¡no había nada que comer con matzá! A pesar de esas cuentas de jametz y matzá que no conciernen directamente al asunto y los que escuchan el perdón.

       Entonces - se fue para Londres, directo con su hermano. Su hermano, un hombre simple y deprimido en su trabajo, se alegró con su llegada: Esperaba de él, de Paytel, grandezas. ¡Un hermano estudiante! A pesar de que no había que hacer y la cuñada de Yudelevich, la esposa de su hermano, hizo mala cara... Pero tampoco esto era asunto suyo.

       El, Paytal, era iscario y un iscario, no medio bundai y medio sasai como hoy (a Yudelevich le gustaba a veces burlarse de sí mismo - cierto modo de autocomplacencia). Y si no lo hizo, escribió incluso dos o tres artículos populares para el periódico principal... Pero - ¡que talento! Esto tampoco incumbe.

       Hess, ¡aquí está! Vino a Londres inmediatamente después de Pesaj, y después de algunas semanas (esas semanas pasaron «rápido» como la costumbre de esas semanas ¡en las que no hay que trabajar!) Comenzaron los preparativos anteriores al 1 de mayo. En el exterior - y en Londres en especial - ya que el 1 de mayo llega siempre antes de tiempo. Dos semanas antes es de los rusos, ¿no es así?

       Aquí están los preparativos - no se necesita describir. Conferencias y comisiones, artículos y proclamaciones, reuniones y avisos. Todavía era «verde» en la ciudad, no sabía de todas las ramas y secciones, y de todas maneras ya era de gran ayuda en la política local. La comisión central de «sadakim» intentó negar de los anarquistas la posibilidad de crear una plataforma para sí mismos pero estos últimos cooperaron sin otra opción con ella, durante y en la agitación bajo su bandera. Hubo varias estratagemas al respecto, y uno de ellos fue una combinación de engaño sobre los escenarios en «el parque» ese Hyde Park histórico. Pero no se dio. Los anarquistas se enteraron anticipadamente sobre «la conspiración» en su contra y se enojaron enormemente por lo que salió un rollo nuevo y especial, dedicado a este asunto.

       Para hacerlo breve, los rollos volaron. ¡El comienzo del mes de mayo! ¡Este es un día que nos viene a nosotros y a todo el proletariado para bien! ¡El 1 de mayo! ¡La fiesta de la primavera y la libertad! ¡La fiesta de la solidaridad del proletariado mundial! ¡Salgan de sus angostas fábricas, de sus desolados huecos, para participar en el desfile! Porque en este día mostramos a todos los que nos odian, a todos los que chupan nuestra sangre, a todo el mundo, nuestra fuerza, la fuerza de nuestra unión, la fuerza...

       ¡Nu, nu, sin ironía! Interrumpió Baruch tristemente.

       Yudelevich continuó:

       ...El estilo es conocido, pero los anarquistas hubieran agregado más al final: ¡Que viva la huelga general! Y los compañeros Sasasim concluyeron:¡Que viva el proletariado judío! Y así justamente los obreros de Sión, los «turcos» justo ellos agregaron por alguna razón ¡«vamos con el militarismo»! - Hasta el final.

       ¡Y esto es maravilloso! El estilo es conocido, las palabras conocidas, recurrentes, recurrentes año tras año y cuando llegan causan impresión y hacen temblar al corazón. Y seguro se reirán...

       El pesimista ya comenzó - opinaron las hermanas - queremos escuchar lo principal, queremos saber que ocurrió ese día...

       - ¿Ese día? Ese día llegó al final. Un día de primavera londinense. No demasiado caluroso ni demasiado frío. Los panaderos salieron en su gran huelga y fueron los que salieron primeros con sus banderas. Todas las asociaciones judías se tenían que juntar en Mile-End a las once y de allí caminar hasta la «City», donde se adherirían a las asociaciones inglesas, y juntas avanzarían hasta Hyde Park. Por supuesto, ya a las diez todos los ejércitos estaban en sus puestos, pero los panaderos salieron antes de las nueve, comenzaron en Totenham Hall, el lugar de su asociación y pasaron por Comercial Hall, rodeando Great Hill Street y Little Hill Street y llegaron a «Lane». Lane es el lugar que sin él no se trazaría el barrio de los judíos: Como él a su imagen y semejanza, en todos sus detalles y miseria, encontrarán en Dvinsk, en New York, en Vilna y en Lemberg. En «Lane» los judíos se sentaron alrededor de mezclas llenas de frutas, baldes de calabacines agrios, bandejas llenas de caldo para vender, mesas atestadas de delantales para niñas - y sacaron «su esencia». Allí encontraron la demostración en la lectura: «¡Tzusilistin, Tzusilistin!» Pero en general el barrio de judíos al este de la ciudad [ilegible] y admirando los movimientos y banderas y franjas y venas rojas. Los negocios no estaban cerrados, pero adentro se veían muchos esperando alegría, expectativa, despertar. No solo un joven se encontró con su amigo en el llamado «¡Buen día!» Medio riéndose medio en serio. El acuerdo público, que hoy es fiesta, estaba casi completo. Especialmente este espíritu envolvió a los más entusiastas, no un ojo de ellos produjo el pensamiento que sobrevolaba alrededor: ¡Grande es el día del proletariado! El futuro para todos ellos es el futuro para el socialismo. Todas las festividades fueron canceladas, y sin festividades el mundo no funciona. El futuro de esta fiesta es conquistar a todos los corazones y existir para siempre y hasta... ¡Shafir!

       A las diez treinta llegaron los panaderos en huelga hasta el resto de sus hermanos, hijos de otros artesanos, que se juntaban en Mile End. Todos los distintos oradores, parados en carretas dadas vueltas interrumpieron el torrente de sus palabras al ver a los que llegaban, y la turba amuchada se encontró con los huelguistas, los héroes del día, en un sonante grito de «Urrah», elegante... Las cucharas de los cocineros, los organizadores, los agitadores, y los distintos escritores de las asociaciones, rodeados de [ilegible] rojos y extensos, desde sus hombros izquierdos hasta su lado derecho, se movían, daban ordenes, acomodaban, hicieron ruido y juicio y disputa y hacían con sus caras y sus movimientos la misma impresión ridícula de bufones judíos, a diferencia... Pero en todo el gran público, entre todas las miles de caras que se juntaron, en esos miles de cuerpos oprimidos, amuchados en un mismo lugar, hubo una primera visión de la sombra de la verdad... Algunos andaban con las cajas de Press-Pound, a beneficio de la «Cruz Roja», a beneficio de los huelguistas; no faltaban tampoco vendedores de periódicos de los diferentes partidos y panfletos de propaganda. Las ropas de cualquiera que llegaba eran tiradas para varios lados. Los parlanchines y los oradores también, una cara sin brillo y una frente determinada, movían con sus manos y sus cabezas, y sacaban de sus gargantas diferentes dichos y palabras. Aquellos que su voz no fue escuchada, porque estaban lejos, parecían estar en una fiesta de máscaras. Pero el contenido de todas las cosas que se dijeron, sin la apariencia de arrogancia e inocencia, era correcto y justo. ¡No me miren a mí! - Uno tronó - no me miren a mí, ¡que en mí no encontraran nada! ¡Miren a su alrededor! Todos se hunden en la pobreza, en la esclavitud, en los que vuestro trabajo se realiza con sus manos... Todos ustedes tienen hambre... ¿Y quién es el culpable? El culpable es... Y hoy, hoy es el 1 de mayo...

       ¡No confíen en los parlamentos! Gritó el redactor del semanal anarquista en otro lugar - que el engaño está en el parlamento... Entren a la cámara de diputados - y vean, discutan... Pero que digo;  ¿Entren? El sirviente les mostrará la puerta... El sirviente los tomará de la nuca y los tirará cuesta abajo... Ya que nuestros señores diputados, que enviamos, y elegimos, y somos esclavos, y hoy, es el 1 de mayo...»

       Con músicos frente a ellos, con cantos revolucionarios y gran preparación «para acciones que no pueden hacerse» fue arrojada toda la gran multitud judía de Mile End a través de Whiteshfeld para encontrarse con sus hermanos ingleses en la City. Antes de que los caminantes orientales vieran con claridad al grupo de ingleses parados al costado de los caminos, estaban lejos de ellos cientos de pasos, se apresuraron y levantaron, en honor al encuentro, una voz de «Urrah» que les parece seguramente un llamado fuerte- enorme y que esta vez era solo el llamado de la multitud judía - una voz parecida a la de una gallina degollada. Muchos de los judíos encontraron apropiado quitarse el sombrero, en honor a los goyim, agitarlos en el aire sobre sus frentes sudadas de calor y de cansancio. Un momento y las dos naciones se encontraban: ¡Los judíos y los ingleses! Los grupos de ingleses miraron con curiosidad, riéndose secretamente, con asco a las pobres vestimentas y las caras negras de los extranjeros que se acercaban - no entendían que significaba la agitación de sombreros - y se callaron.

       ¡Sandeces son! Interrumpió al primer relator del grupo de los que escuchaban con mucho enojo, sionista hasta 10 generaciones sionista será.

       - Es increíble- respondió otro también - pero con voz menos terrible - ya que se encontraron con los judíos manifestantes en absoluto silencio. Fueron los socialistas quienes se reunieron. ¡Es [ilegible]! ¡Es Pasquil! ¡Me opongo a esto absolutamente! ¡Protesto!

       Las vírgenes oyentes estaban avergonzadas por alguna razón y trataron de ocultar su vergüenza y disfrazarse  también ellas de incrédulas y protestar.

       Yudelevich se rió cuando escucho la palabra «Pasquil», recibió el cumplido y continuó relatando.

       - Los ingleses eran pocos, no aplaudieron sino que se quedaron en silencio. Los ingleses acostumbran a callarse.

       En sus barrios todos los negocios estaban cerrados por ser su sabático ya que ellos se cuidan mucho, como es sabido, con los amantes de la Biblia y el sábado. Y en la City no había casa para recibir, solo grandes contras, cerradas, todo estaba en silencio. Pero cuanto más se acercaba el campamento al Oeste de la ciudad - se paraban en las barandas hombres y mujeres ricos mirando al desfile. Entre los manifestantes judíos, los rotos y desgastados, se enviaron miradas hacia arriba en alarma: «Ahh, hoy tienen miedo, explotadores, de nuestros rostros, de nuestra fuerza... ¡Y si, tengan miedo, tengan miedo, teman!...» Pero de arriba miraban, generalmente, incluso sin reírse... Simplemente, miren como se mira un viaje de hierro que pasa por la terminal...

       Hasta la una se juntaron el resto de los miembros del partido entre los ingleses. Vinieron los destinados a portar la bandera y fueron a Hyde Park. Por primera vez caminaron los miembros dela  federación SD inglesa, después algunos de los representantes de las uniones inglesas, después los SD judíos, los bundaistas judíos, los anarquistas que hablan judío, los panaderos huelguistas anteriores, las asociaciones profesionales judías, y tras ellos, como una especie de hedor, iban unos treinta Poalei Tzion y sesaim con una bandera pequeña en sus manos.

       La diferencia entre las multitudes de los dos pueblos era inimaginable. Los ingleses no eran todos altos, bellos, orgullosos, vestidos con esplendor, firmes, silenciosos, sin el poder de la admiración entusiasta. No se veían mujeres entre ellos, salvo por las profesoras de las escuelas de la base de los socialistas, que iban con sus planchados niños en largos vagones. Las multitudes judías, por otro lado, que eran los dobles de sus «hermanos» residentes del lugar eran como insectos que se arrastraban, corriendo en su altura encorvada, oprimida, tratando de ser festivo, alegre, para casar buena impresión. Toda la procesión de la simiente de Israel parecía sonar: «Ven ustedes, nosotros también caminamos... Nosotros los socialistas, conocemos nuestro estatus en el partido... No necesitamos ser payasos ante sus ojos...» Entre los muchachos pisaron con fuerza un buen número de mujeres y vírgenes verdes, pobres, que daban la impresión de nuestras justas madres en la sala de rezos en el sendero de las velas de Shabbat-Teshuvá.

       ¡Yudelevich! - Fue interrumpido el relator por sus oyentes.

       El prometió que no lo tocarían más para mal en las manifestaciones - y volvió a sus asuntos.

       ¿Pero que hubo en Hyde Park mismo?

       En Hyde Park había una gran plaza y mucha hierba. El resto de los días del año se echan sobre la hierba ingleses e inglesas y hacen el amor. Feos «Partos» como lo feas que pueden ser las inglesas, en Londres, pasean por allí tomadas del brazo con sus maridos por la religión y sus joyas brillan sobre la pizarra blanca. Educados policías de negros uniformes marchan con tranquilidad y defienden a los transeúntes acostados ante invisibles molestias. Todo esto en el resto de los días. Pero aquel día de la fiesta proletaria no había quienes hacían el amor ni mujeres paseando, sino policías en un buen número y hombres con barba y en forma entre los ingleses, afeitados y de cara descalza entre los judíos, parados y hablando del esplendoroso futuro, de la gran fiesta, de la solidaridad entre los proletarios de todas las naciones - hasta las cuatro de la tarde.  El redactor del semanal anarquista levantó su látigo a los otros partidos y mostró lo ridículo que era celebrar el primero de mayo de una manera tranquila y burguesa, vergonzosamente  Y, de pronto, como si fuera de repente, surgió la pregunta: ¿Qué hacen todos ellos aquí? ¿Por qué vinieron aquí como si supieran, sin sentido? Del lado, casi a través de la baja valla, se agregó la muchedumbre «de la quinta clase» esos que andan por el Este de la ciudad por las noches. Entre ellos persona curiosa se perdió momentáneamente en un cilindro alto y una cadena de oro en su vientre; uno de los "miembros de la clase" quería, en honor a la fiesta, golpear el cilindro sobre el cuello gordo, pero tampoco lo logró. El dueño del cilindro alto saltó sobre la valla y se fugó con una risa irritada. - - - - -

       Nadie del grupo dejo de forma unánime - que Yudelevich terminara. ¡No! ¡No! Así no será. A pesar de que él es un testigo, pero iluminó esto solo de un lado, solo de un lado. Todos los diarios europeos escribieron entonces largos artículos sobre esa manifestación increíble de diez mil personas, que se prolongó calle tras calle.

       A pesar de eso, debido a que la hora aún era temprana y no había que hacer, le pidieron que nuevamente contara lo que había ocurrido, que pasó después y en el segundo año.

       Y no se negó.

       ¿Qué pasó después? Primero, se canceló la huelga de panaderos que disminuyó y se rindió. Segundo, Peytel Yudelevich se enteró que su cuñada tenía razón, que sentarse sobre el cuello de su hermano a comer pan de su piedad no es un objetivo - y fue al taller también a fabricar sombreros. En el taller había trapos de materiales, materiales, olas de polvo cotidianas, flechas humanas y flechas de insectos, desorganizados, ignorantes de lo que es una organización, incapaces de entender qué es una organización, que no saben nada, incapaces de saber algo. La explotación era terrible, terribles horas de trabajo, un salario laboral horrible, pero su hermano, el dueño, el que chupa el sudor, era un pobre hombre deprimido, y él mismo trabajaba más que todos sus obreros, llevaba por sí miso los harapos de un lugar a otro, y estaba confundido y agobiado y abandonado para salvar y ser salvado. Desde que Peytel su hermano, que era un estudiante, fue obligado a trabajar en su taller por pan, le hirió mucho el honor, el honor de ser el dueño y se compadecía de sí mismo y afirmaba ante otros yendo y viniendo y volviendo y afirmando en la extraña cadena de palabras con la que hablan los ingleses, que es solo por hora, por hora... En su idioma: Only for the present time, only for the present time... Su profecía, no podía no consagrarse. El polvo ahogaba y la aguja hizo doler mucho los dedos desacostumbrados al oficio. Todo el trabajo no fue llevado a cabo. Solo vergüenza daba ver al resto de los obreros destacados las caras de las obreras. También vergüenza de los trucos que se les están haciendo, a los trabajadores. Vergüenza de los trucos y envidia de la forma libre en que hacían esas trampas.  Últimamente no sirvió ni siquiera dicha obrera de bellos ojos, que tanto admiraban y mantenían en este trabajo, fue arrestada en el taller y unos meses más tarde abandonó la casa y abandonó el taller. Confuso - ¡¿Qué se puede hacer?!

       En las fiestas de mayo del siguiente año, nuevamente andaba vagabundeando, como un pájaro libre, ya que el principio del mes ese año ya no cayó en domingo, sino en un día de semana, en un día laboral - como en este año - y del taller fue expulsado ya que vino alguien nuevo a trabajar e insistió y no quería ser redimido por el trabajo de ese día. A pesar de esto, en otro taller, sabe, en el taller bajo la supervisión de la «Unión» declararon de boicoteador a uno de los miembros, que se diferenciaba en su origen y quería trabajar y lo boicotearon.

       ¿Qué ocurrió en ese segundo mayo? No pasó nada ese mayo. Ni siquiera una gloria exterior, ni siquiera una gran multitud judía, y ni siquiera miran demasiado. Los negocios estaban abiertos al sur de la ciudad, los carros resonaron. A la una todo el «mundo» se dispersó y volvieron a sus casas cansados y vacíos. De los ingleses salieron en total sólo algunos grupos y los portadores de banderas estaban los asalariados por dinero. Las organizaciones judías, por supuesto, sacaron una orden de salir y participar en la procesión, pero su efecto ya no fue lo que debía ser.  Las mismas cosas: «Hoy es el 1 de mayo... Hoy es el 1 de mayo...» -Pero sobre todo ya había un congelamiento cubierto de polvo. Más aún: La impresión era por alguna razón no de una iglesia de obreros, trabajadores, oprimidos por su apariencia externa, pero los que generaban la vida verdaderamente, aquellos de las reuniones de sirvientes en los negocios y las pensiones, de los que pasean sin sentido, vagabundean. Por alguna razón, como para enojar, resultaron ser las formas más satisfactorias, para vidas gordas, cochinillas. Los portadores de las banderas de las organizaciones judías eran a pesar de todo no asalariados en dinero, sino voluntarios, destinados, pero la mayoría de ellos, un puñado de jóvenes empujando, boquiabiertos, en pantalones cortos. Algunos de ellos tenían la cara hinchada, apretados con pañuelos, como muchachos tocando frente a gente de pequeños poblados. Cuando se movió una de sus manos de portar la bandera, se apuró él, Yudelevich, que estaba parado cerca, a venir a ayudarlo, ya que su corazón estaba caliente dentro de él, pero en ese momento llevaba más de medio año expulsado de la casa de su hermano, sus vestidos eran un parche sobre otro, su cara era símbolo de hambre y su barba estaba crecida, lo empujó un cualquiera que portaba la bandera por el brazo y llamó para su conocimiento:

-«Yoled» es lo que está frotando aquí?

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       Los oyentes se rieron de repente. Este último  sin saber y sin conocer sonó en sus oídos como eco de algo obvio, parecía entre ellos como símbolo de algo claro.

       - Y este hecho que se mete hace algunos años de una persona cualquier te causó una impresión tan fuerte, hasta... hasta... ¿Que tú tampoco hubieras salido a manifestar? - Discutió Baruch  con calidez - efectivamente, todo es posible personar a alguien que causa ¡esa impresión!... Verdad, no lo niego, la razón se aclara fácilmente: Saliste entonces a la fiesta del uno de mayo, lleno estabas de sentimientos de solidaridad con todos, dispuesto a abrazar al universo y de repente - tus sentimientos más sagrados fueron heridos. ¿Desde cuándo? Desde que piensas en tu hermano más cercano. ¡Te perdono!.. A pesar de que no puedo perdonarte por lo que ahora dijiste, ya que si hoy hubiera habido una manifestación - no sabes si irías. Estuvieron de acuerdo contigo en que, para ese impulso, no puedes ir al otro lado, al campo enemigo, sea lo que sea será sionista, un S"S, y los demonios saben qué, y eres un socialista, un socialista. No podrás negar que el orden capitalista...

       ¡Amigos! - Llamó Yudolevich en su suave y melancólica voz, en cada niño mimado que se disfraza de llorón
- Ordénale a este hombre antes que golpee la mesa con su puño... Todo el guiso se volcó de mi taza con sus golpes...

       Le sirvieron a Yudelevich, otra taza.

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