La bandera de los manifestantes era blanca, antes de mancharse con la sangre de los disparados. Así al menos cuenta la leyenda,

Y las leyendas - sí que las hay y enseñan una verdad importante.

La bandera de los manifestantes era blanca como la paz, blanca como la ropa de fiesta y el vestido de novia,

Blanca como la luz que brilla desde un círculo de personas que forman una banda. Blanca era la bandera,

Como una hoja de papel limpia que dice: «Ven y dibuja, o escribe una canción o un artículo,

O una carta de amor, o una invitación a una boda o una fórmula matemática -

Deja tu huella en el espacio blanco, en la obra de creación». Blanca era la bandera, como el color de la libertad.

Venían los portadores de las blancas banderas a comunicar al mundo la noticia de su liberación,

Y el mundo recibió su rostro con un aluvión de disparos. El movimiento socialista aprendió, 

de manera difícil y triste, que primero el sol debe brillar en rojo,

Para que después pueda iluminar en blanco. Las banderas blancas de la fiesta fueron enrolladas para la guardia.

La bandera de la roja lucha fue extendida. Nosotros somos todos, parte de la lucha por la libertad,

Y esta lucha es parte de cada uno de nosotros. Mañana, pasado mañana,

Nuestras banderas serán rojas. Pero hoy recordaremos el blanco:

Hoy recordaremos que lo principal no es el halago sino la alabanza; lo importante no es la lucha-

Ni la victoria en ella- sino la paz; que lo principal no es quebrar la fuerza de los oprimidos-

Lo principal es la libertad y no la libertad de las ideas o de ideales abstractos,

Sino la libertad de vida de las personas vivas.

Malvado, feo y tonto es nuestro mundo. Por ello y justo hoy recordaremos que es digno de amor.

El mundo se merece que lo amen, la humanidad se merece que la amen, los hombres se merecen que los amen;

Y no solo por lo que pueden ser, sino por lo que son, como son, ya ahora.

El mundo se merece que lo amen, y quien dejo de amarlo, dejó de ser socialista.

Nosotros amamos, y no dejaremos de amar.