Zeev Jabotinsky
Tel jai
1920
No fueron muertos del desierto, y su lugar de entierro es conocido. ¡Entre Tel-Jai y Kfar Guiladí fueron enterrados seis de aquella estirpe! Judíos y judías ejemplares. Asistimos asombrados a la visión, que predice desde su silencio: he aquí hombres que no supieron de retiradas, he aquí mujeres fieles hasta la muerte. Hay aún como estos en Israel. No están solos, puesto que toda la tierra, desde Metula hasta el desierto del Sinaí está sembrada de restos de los que como ellos fueron. ¿Qué diferencia hay entre los que murieron y fueron heridos, y aquellos a los que, por azar, aún no han tocado las balas? El mismo espíritu los guiaba a todos, el mismo poema de rebeldía de la antigua generación sonaba en sus oídos: "Henos aquí, hemos ascendido". La frente inclinada en señal de duelo se levanta ante esta orden silenciosa. Israel no es ya viudo, no es huérfano, no es estéril.
¡El rocío y también la lluvia cae sobre vosotros, montes de la Alta Galilea, de Tel Jai y Kfar Guiladí, Hamra y Metula! No importa, fuisteis nuestros, nuestros seréis.
1920
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