Enseñanza de Iom Kipur

 

"¿Por qué el Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) no entraba con ropas de oro por delante o por detrás para su trabajo ritual? Para que el fiscal no se haga defensor, y no abra la boca al diablo, que acusara y dijera: 'Ayer se hicieron un dios de oro y hoy piden servir en ropas de oro'". (Rosh Hashaná, 26,1)

 

En tiempos en que el Templo de Jerusalem existía, el pueblo fusionaba su ritual con la memoria histórica: el rito mantenía un diálogo con el pasado del pueblo (es de suponer que ya entonces los relatos bíblicos eran percibidos como "cuentos de la abuela" de eras pasadas y "no modernos") y se adaptaba a los valores que sus líderes intentaban instalar (un sociólogo definiría esto como "ethos"), de modo que se trazara una línea recta, a-temporal, entre el episodio del becerro de oro y las acciones del Cohen Gadol, que el único que expía los pecados no tropiece, en el lugar donde todo el pueblo había errado. Esta línea es una 'línea moral'.

 

¿Qué línea moral trazaríamos nosotros, en nuestra vida, en este tiempo? ¿Entre qué dos puntos haríamos pasar esta línea? La respuesta no reside en el pasado (a qué evento histórico apuntaremos el lápiz) sino que se desprende de nuestro futuro: ¿qué sociedad deseamos construir aquí?

 

En el momento en que lo decidamos con sinceridad, y no cubramos nuestra desnudez enviando a nuestros hijos y alumnos a leer los párrafos relevantes en la Declaración de Independencia, eximiéndonos del compromiso hacia ellos, entonces podremos elegir el "Cohen Gadol" de entre nosotros y equiparlo como se debe para la dura tarea.

 

Mientras no llevemos a cabo este estudio, no nos servirán todos los "cohanim" sectoriales, los que expían por pecados de sus comunidades, acusando, al mismo tiempo, los pecados de los otros sectores.

 

Hasta aquí hemos hablado del que realiza el sacrificio. Pero, ¿qué podemos decir del sacrificado mismo? ¿Quién es?

 

"Y el macho cabrío conllevará todos los pecados del pueblo a una tierra desolada, pues será llevado al desierto" (Levítico, 16, 22).

 

En aquellos días, el macho cabrío se encontraba fuera de la comunidad e incluso fuera de la familia de los humanos y, de un modo totalmente físico y real, era expelido y pateado fuera del campamento.

 

En nuestros días, el chivo expiatorio fue elevado de nivel y se convirtió en humano. ¿Quiénes son nuestros machos cabríos de hoy en día?

 

¿No lo son el débil en el aula, el trabajador extranjero, la mujer golpeada, el maestro del aula?

 

De repente, la misma moral bíblica "pagana", nos refleja a nosotros, los modernos e ilustrados, que es posible que quien esté retrocediendo no sea la Biblia, sino la moral humana.

 

Digamos desde ahora: "¡El hombre es hombre del hombre!" pues, ser lobo ya sería un cumplido…

 

Creo, que desde el momento en que decidamos cuál es el tipo de sociedad que nos merecemos, sabrá el Cohen cómo encarar su trabajo y el chivo seguirá siendo chivo.

 

¿Es posible que ese día, ya no haya necesidad de Cohen Gadol? ¿Y que el chivo se quede en el zoológico? ¿Acaso no es esa la visión del Final de los Tiempos?

 

Shaná Tová

Avi Zaíra

Director del Instituto de Liderazgo Social en Meitzar - 2005