Cuéntame por favor este hecho con todo detalle y perfección. Así, entonces, ¿viste con tus ojos realmente el Muro de los Lamentos? ¿Y? ¿Lo viste bello? Si sí, cuéntame- ¿cómo y qué es verdadero?
Así dijeron nuestros rabinos a un judío, que acababa de volver de la Tierra de Israel, de Jerusalén, la ciudad santa.

Cuéntame por favor, dibújalo con todo detalle y perfección - ¿cómo se ve y cómo es, para y de qué son sus piedras?

El judío de Jerusalén lo dibujó con todo detalle y perfección y nuestro rabino se sentó frente a él y escuchó y bebió sediento sus palabras y disfrutó mucho y su rostro brilló como el rostro de una persona, a la que le trajeron bendición y paz desde el país del mar, desde su cercanía y redención.
Nuestro rabino posó sus ojos en el judío de Jerusalén, prestó atención y escuchó las palabras con todos sus sentidos, hasta que no sintió para nada nuestra presencia, la de sus rebeldes alumnos, que nos escabullíamos uno a uno de la mesa y sigilosamente salíamos afuera.

Cuando regresamos al cuarto, aún encontramos a ambos sentados relatando.

¡Muro de los Lamentos! Dijo nuestro rabino a los judíos de Jerusalén - ¡Muro de los Lamentos! ¡Este es el remanente de nuestros sacrificios que tuvimos en los días del reino de Israel, Muro de los Lamentos!

Y nuestro rabino habló llorando.