google-site-verification: google77f5fad91e8f4e96.html JanucáEl Keren Kayemet (Fondo Nacional Judío) y la Fiesta de los Macabeos
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Fuentes y filosofía/
Janucá

Jaim Najman Bialik

Fiesta de los Macabeos

(Discurso pronunciado en el 25° aniversario de la fundación del Keren Kayemet en Jerusalem, Janucá 5687.)

Si bien participo de esta celebración, no como miembro de la Asociación de Escritores sino como un invitado más, quisiera de todos modos, como persona perteneciente al colectivo de los escritores, recordar y enfatizar en esta ocasión el valor del libro hebreo y la literatura hebrea, y su rol en nuestra modesta victoria en la redención de la tierra.

 

Una leyenda hebrea expresaba este valor del libro con una breve y hermosa ilustración.

 

Cuando Yaacov nuestro Patriarca soñaba sobre el futuro de sus hijos en Bet-El, le prometió Dios "que la tierra en la que te acuestas la daré a ti y a tu simiente", y la leyenda dice al respecto: "Nos enseña que el Santo Bendito Sea dobló toda Eretz Israel como un libro debajo de su cabeza". Y si le prometieron la tierra sobre la que se halla acostado, entonces le fue prometida toda Eretz Israel."

 

Ustedes saben acerca de qué fue su sueño entonces: fue acerca de cuatro reinos, sus cuatro dispersiones, y mientras dormía y su corazón estaba despierto, "duermo en el exilio y mi corazón está despierto a la Redención". Por lo tanto, toda la tierra estaba doblada bajo su cabeza como un libro. Y si mantuvimos nuestro amor por nuestra tierra, y llegamos al día de hoy, a reunirnos aquí en la figura de una pequeña Reunión de las Diásporas; nosotros, que no somos siquiera el diez por ciento de la décima parte, ni siquiera un diezmo de todo el pueblo hebreo, pero un sí puñado pequeño de gente que habita aquí, en la Tierra de nuestros Antepasados, sobre una tierra redimida en parte, una tierra que es nuestra propiedad, propiedad del pueblo judío todo, entonces debemos agradecer en gran medida a aquel libro, en el que toda la Tierra estaba plegada, que estaba doblado y colocado debajo de nuestra cabeza mientras errábamos por cuatro reinos. Dormíamos en el exilio, con nuestro corazón despierto a la Redención. Gracias al libro, no podemos descifrar la razón oculta y maravillosa, por la cual en nuestro Tanaj falta un libro tan querido y maravilloso. ¿Por qué fue sentenciado aquel relato, en el que se cuenta la historia de la victoria más grande de todas, la victoria del espíritu y de la fuerza del Pueblo de Israel, el Libro de los Hasmoneos? ¿Por qué fue excluido de nuestra lengua hebrea y nos quedó apenas como un resto en una de las lenguas de los cuatro reinos en los que estábamos inmersos, la lengua griega?

 

Es difícil clarificar esta razón; se habrá tratado, quizás, de un accidente. O tal vez haya sido calculado. Existen especulaciones, de que hubo motivaciones políticas. Es difícil saberlo. Pero el pueblo hebreo supo mantener la memoria de los Hasmoneos y de esta festividad de una manera genial, pues cada fiesta posee una cualidad especial, las festividades se elevan por sobre el plano de los días hábiles, como las montañas se elevan sobre el nivel de la tierra, y cada montaña, más alta que su compañera, es testigo de cambios y temblores que se sucedieron debajo de dicha montaña en los tiempos antiguos, acumulándose unos cimbronazos sobre otros, y desde entonces levantaron el terreno conocido desde el plano y lo elevaron hacia las alturas. Así también, cada festividad da cuenta de profundas sacudidas, a veces volcánicas, que ocurrieron debajo del terreno de la nación, y no una, sino muchas veces, una después de la otra. Y ciertamente, cuando cavamos y exploramos debajo de una fiesta nacional, encontramos debajo de ella, una capa debajo de la otra, un nivel debajo del otro, que no hay un solo motivo para dicha festividad, sino numerosos motivos y razones.

 

Existe una tendencia especial en la historia a asignar y agrupar grandes acontecimientos y concentrarlos en ciertos puntos temporales, de a grupos. Todo acontecimiento que posea algún vínculo con la festividad tal o cual es atraída y se adhiere a ella como hierro al imán. Así es como hallamos que nuestras leyendas y en nuestras poesías gustan de conmemorar todos los sucesos que se fueron vinculando con tal o cual festividad. Según la leyenda, ustedes hallarán una larga lista de sucesos que se adhirieron a la fiesta de Pesaj, y así a las demás festividades.

 

No cabe duda de que también a este Janucá, que como se sabe bastante bien, quedó desdibujada en nuestra historia por la pérdida del libro original, también le ha llegado la hora de que le sean adheridos todo tipo de acontecimientos tremendos y conmociones ocurridas a nuestro pueblo. Y debemos agradecer a los organizadores de esta gala, que han establecido esta festividad en recordación de la empresa más eterna de nuestra historia, puesto que la fiesta de la redención que fue la salida de Egipto ya había agotado sus fuerzas en tiempos de los profetas "y no se dirá más que viva Dios que sacó a los Hijos de Israel de la Tierra de Egipto".

 

Todos los acontecimientos relacionados con la Redención se vincularán con esta fiesta nacional, y debido a esta festividad tocará la Redención a varios momentos históricos que habían sido condenados al olvido total o parcial; con la resurrección de esta festividad resucitará también nuestra esperanza de redención, no solo en recordación de los Hasmoneos, sino también de los fanáticos fariseos, cuyo nombre ya había sido borrado de nuestra historia, y ellos son los que resucitarán con la fiesta de la resurrección. La renovada festividad de Janucá constituirá un renacimiento después del cual no habrá más exilio.

 

Junto con el recuerdo de los fariseos vendrá la Redención a todos aquellos que, al doblar el libro bajo sus cabezas, mientras soñaban, desde la esclavitud, enfermizos sueños de Redención, añoraban el Renacimiento, y la tierra patria. A todos ellos llegará la Redención, y todos los falsos mesías volverán a ser mesías verdaderos mediante el hecho de que nosotros, con nuestro trabajo, haremos verdad su sagrada falsedad. Con nuestro trabajo, nuestro sacrificio y nuestra verdad, confirmaremos a todos aquellos a quienes la historia anterior había condenado al olvido. Reviviremos su memoria en la primera noche de Janucá junto con la memoria de nuestra Redención. Por medio de este Renacimiento y esta Renovación, cambiará también la actitud hacia todos aquellos puntos históricos que habían quedado en la bruma, y que a veces habíamos visto como un símbolo de debilidad.

 

Nosotros redimiremos, con nuestra última Redención, todos los esfuerzos y todos los intentos, los exitosos y los fallidos, a todos reviviremos y daremos su lugar correcto, y ellos insuflarán nuevo contenido a la festividad de Janucá, y junto con la fiesta de Janucá recuperaremos también el libro cercenado, aumentaremos la fuerza de aquel libro que estaba doblado bajo nuestra cabeza durante todos los días de nuestro deambular. Aun el Viejo Yishuv, la anterior comunidad judía en Eretz Israel, los que vivían de la Jaluká, las donaciones externas, y todos aquellos judíos que se llevaban bolsitas de polvo para poner en su tumba un pequeño puñado de tierra de Israel, también ellos aportarán un gran contenido, trágico y maravilloso. Y comprenderemos el valor de aquellas pequeñas cosas, las que nos vincularon, las que alimentaron nuestra alma con el aroma de la tierra y el sentimiento de patria, y nos pusieron en marcha, haciéndonos iniciar la redención de la Tierra. Incluso a aquellos escritores, los del Iluminismo, que no tuvieron la intención de devolvernos a la Tierra de nuestros Antepasados y que no hablaban de la Tierra Patria sino de la tierra a secas, pues querían devolvernos al seno de la tierra, también ellos serán recordados para bien, pues si no se ha secado en nuestro interior nuestro instinto nacional, nuestra sed por la tierra, hay que agradecer en gran medida a aquella generación de escritores, los escritores del Iluminismo, que predicaron toda su vida hacia una vida de trabajo, de creación, de contacto con la tierra.

 

Y en esta noche debemos recordar y recordarles, en especial, a nuestros hermanos lejanos cercanos que también ahora, como sus antepasados fariseos y los Hasmoneos de la antigüedad, habitan puros entre impuros, luchando desde lejos por su tierra y por su patria y por el derecho de vivir y actuar en pos de Eretz Israel.

 

Me refiero a nuestros hermanos pioneros que habitan en la tierra de Rusia. Es el momento de enviarles un saludo y un mensaje: "¡Sean fuertes y fortalézcanse en favor de su pueblo y su tierra!" Y sepan que, así como ellos prestan su oído de preocupación y se alegran con nuestras alegrías, también nosotros prestamos nuestro oído preocupado a todo lo que ocurre en su seno, nos lamentamos de sus desgracias y dolemos sus sufrimientos.

 

Para finalizar, quiero contarles lo que escuché una vez en la clase de un profesor que hablaba de un tema alejado de la tierra. Hablaba de la psicología y la fisiología, y preguntó a sus oyentes: ¿cuánta tierra necesita una persona para sentir que su posición es estable, segura y con buenos fundamentos? A ello respondieron sus oyentes: le alcanza con la tierra suficiente para parar sus pies, pues la persona está parada solo sobre ese pedazo de terreno que las plantas de sus pies tocan, y ya siente que está parado de modo fuerte y seguro. Les dijo el profesor: ciertamente es así cuando la persona siente el terreno en su derredor, pero si elevan a la persona a un lugar alto, en el que no hay un gran terreno a su alrededor, ¿cuánto terreno necesita para no sentir el pánico en sus piernas y rodillas por temor a caerse? Preguntó y respondió: necesita tanto terreno a la redonda como el largo de su cuerpo, de modo que, si se tropieza y cae, esté seguro que se estirará sobre la tierra y no quedará colgado en el aire con parte de su cuerpo. Yo contemplo los números de los que se enorgullece el Keren Kayemet. Y nos pregunto: ¿es la tierra redimida suficiente para cubrir la altura completa del pueblo de Israel? ¿Ya es suficiente para nuestra seguridad, para que se nos quite el temor por la caída? A eso debemos responder: no, un pueblo de dieciséis millones con una altura mundial de 4000 años, para este pueblo este territorio no es suficiente para colocar siquiera la planta de su pie. Y felicito especialmente al titular del Keren Kayemet, que tuvo el coraje durante decenas de años para conquistar, pulgada por pulgada este pequeño territorio. Le deseo pueda llegar, y nosotros con él, a ese día en que la tierra redima al Pueblo de Israel, en toda su altura.

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