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Fuentes y filosofía/
Janucá

Encendido de las velas festivas

Kibutz Yagur

La primera vela es la luz de los Macabim.

en honor de la resistencia de pocos contra muchos,

en honor de los milagros y todas las acciones heroicas,

en honor de la llama y el fuego de las hogueras.

Ésta es la luz transportada en la carrera con la antorcha

desde los campos de Modiín hasta los días del futuro.

 

La segunda vela es la luz de los precursores,

en honor de los pioneros que hicieron florece jardines,

que sembraron con lágrimas y cosecharon en los campos,

echaron raíces y plantaron cimientos.

Ésta es la luz que marcha como la columna de nube,

lidera el camino y sabe hacia dónde se dirige.

 

La tercera vela es la luz de nuestros hijos,

en honor de la generación que crece ante nuestros ojos,

en honor de los continuadores de los hechos de los antepasados

que llevan sueños y esperanzas en los corazones.

Ésta es una luz que da fe para concretar

una vieja leyenda con bríos renovados.

 

La cuarta vela es la luz de los olim.

En honor de quienes superan muchos obstáculos,

en honor de las puertas y los brazos abiertos

ante la reunión de diásporas de los cuatro confines.

Ésta es la luz que llega de lugares remotos,

recibe y garantiza el rostro del mañana.

 

La quinta vela es la luz de la creación,

en honor del escultor y el poeta,

en honor del cantante, del artista de la danza,

en honor de aquellos que toman en sus manos el pincel.

Ésta es una luz que colorea el rostro del tiempo

en un bello arco iris de sonidos y matices.

 

La sexta vela es la luz del hogar,

por la gracia del lugar construido con nuestrs propias manos,

en honor de la pertenencia y la cercanía de los corazones

y la convivencia armoniosa de hermanos y hermanas.

Ésta es luz que nos lleva a ti y a mí

juntos en un círculo concreto y real.

 

La séptima vela es la luz de la libertad humana,

en honor de la conciencia cuya voz no calló,

en honor del derecho a saber, a pensar,

a elegir, a entender, a ser, a amar.

Ésta es la luz del vigía, que nunca acabará;

la arena, el mar y la plegaria del hombre.

 

La octava vela es la luz de la paz,

la luz que surgirá del sueño

en honor de las palomas en los minaretes de la muralla,

en honor de las canciones después de la guerra.

Ésta es la luz que arde para nosotros noche y día,

que añora, anhela y desea la paz.

 

Categorías: Fuentes y textos, la Edad Moderna y el sionismo, textos y descripciones de la festividad, heroísmo, resugimiento y soberanía

 

Palabras clave: Macabim, velas de Janucá

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