google-site-verification: google77f5fad91e8f4e96.html
top of page
Fuentes y filosofía/
Pesaj

Kaleb Castel

Motzí Matzá – Italia

Netzer Sireni, fines de los años '80

Una costumbre muy extendida entre las familias judías en Italia, incluso entre las más asimiladas, es la de coleccionar puntillosamente historias, anécdotas, canciones, chistes, que son patrimonio exclusivo de esa familia, y se transmiten de generación en generación, sin pretensiones de alcurnia, sino como un simpático patrimonio.

 

Recordé por casualidad una de esas historias, una de muchas en mi familia, Castelbolognese, de la ciudad de Módena, en el norte de Italia, y aquí se las cuento:

 

Antes de la unificación del país, Módena era uno de los muchos principados dispersos por tierra italiana, con un Duque como su autoridad. Cuando en 1796 Napoleón conquistó Italia, llegó también a los portales de Módena. El ejército del Gran Duque, que contaba, con suerte, con unas dos docenas de soldados, no soñó siquiera con ponerse en el camino de los poderosos batallones franceses.

 

Había un problema: ¿cómo explicarles a los franceses que realmente nos estábamos rindiendo? ¿Y si, Dios nos guarde, no lo comprenden y abren fuego? El oficial se dirigió a sus soldados: «¿Hay entre ustedes alguien que hable francés?» Una pregunta retórica: los soldados del Gran Duque eran campesinos ignorantes que hablaban un dialecto local y apenas sabían el italiano, menos que menos sabrían lenguas foráneas. Fue una situación muy embarazosa.

 

Y hete aquí que, de entre las filas, sale el antiguo Castelbolognese: «¡Yo sé!»

 

Colgó un trapo blanco en su escopeta, marchó con firmeza hacia los generales franceses, con una rapidez vertiginosa, y dijo estas palabras:

«Co sí, com sá,

Motzí matzá

Maror, Korej,

Shulján Orej

I po si mania

LaAfikomán!»

[En el dialecto modenense: «Al final se come el Afikomán».]

Oh milagro: los franceses entendieron, sonrieron, y le estrecharon la mano. El derramamiento de sangre fue evitado. Mi antepasado, por el resto de su vida, fue conocido y admirado como "el que sabe francés".

 

La historia, al parecer, es inventada, pero es interesante señalar que era posible que un judío sirviera en el ejército del Duque, lo que no era aceptado en aquellos días, y segundo: cómo logra un judío salir de una situación difícil por medio de una actitud práctica, sin estar influenciado por palabras ni protocolos.

 

[Kaleb Castel, Netzer Sireni, fines de los años '80]

More >
bottom of page