Aharón David Gordon
Noche del Seder - Aharón David Gordon
Del Archivo Laborista
Llegó la Festividad de Pesaj, la primera Noche del Seder en Eretz Israel para muchos de nosotros. A.D. Gordon, que trabajaba con nosotros en la granja desde hacía tres cuartos de año, había prometido llevar a cabo un Seder tradicional. Un día antes extrajimos de las maletas de los compañeros las mejores camisas, y las planchamos con vistas a la celebración. Y el día del Seder mismo, sacamos sábanas, pañuelos de toda la blancura que había en las maletas de las compañeras, y adornamos un poco el salón, cubrimos las mesas con las sábanas blancas, y tendimos la mesa según las reglas tradicionales. Incluso encendimos velas y colocamos almohadones para que Gordon quien presidiría el Seder, se recostara, tal como se hacía en nuestros hogares paternos. La luz de las velas y la visión de la mesa tendida, festiva, imprimían al salón una tensión festiva, y también triste.
Los compañeros comenzaron a reunirse en el salón. Cuando entró un compañero, lo que vio le provocó una fuerte añoranza, su rostro empalideció, y se apartó hacia un rincón con lágrimas en los ojos. Así ocurrió también con el segundo y el tercero. En los ojos de cada uno se reflejaba la imagen de la mesa tendida en el hogar allende el mar, los rostros del padre, de la madre y de los familiares que habían perdido a este ser querido, cuyo lugar estaba vacío junto a la mesa, con las plegarias y las añoranzas enviadas a él o a ella en este preciso instante. En el salón vibraban las tensas cuerdas del corazón de todos y cada uno. Los compañeros estaban parados o sentados, cada uno en su rincón. Gordon se sentó en la cabecera de la mesa con una mano cubriendo su rostro. Así se sentaron por una larga hora sin mover un solo órgano del cuerpo. Profundo silencio en derredor.
Se hacía tarde. Gordon sintió que no había fuerzas para realizar el Seder, y dijo: «Comamos, compañeros». Pasamos directamente a la cena.
Durante la cena, Gordon logró imbuirnos poco a poco el espíritu del Seder, introdujo versículos y leyendas, habló del valor de Pesaj en general, y de lo que simbolizaba Pesaj en nuestras vidas.
Habló de nuestras vidas, nuestro sufrimiento y nuestras añoranzas. Qué valor tenía este sufrimiento, qué valor estas añoranzas. Este sufrimiento es nuestro propósito, este sufrimiento es nuestro privilegio, gracias al cual ganaremos nuestro mundo. No somos capaces de valorar en este momento la grandeza de nuestros actos y su propósito.
Comenzó a cantar con voz queda, y todos nos sumamos a él.
Y así comenzó la fiesta.
Danzamos hasta el amanecer. Los compañeros bailaron sin descanso, con un entusiasmo místico. Con su danza, los compañeros abrieron la cerrazón de sus añoranzas, que se habían despertado con tremenda fuerza aquella noche, añoranza por la familia, por la Redención…