Dinka
Reflexión de Janucá
Kibutz Jokuk, 5723
Ha llegado Janucá. Hemos recibido una carpeta de Janucá con abundante material para la festividad. Hojeé el cuadernillo y encontré una ceremonia de encendido de las ocho antorchas, listo para usar:
Una antorcha por los salidos de Egipto
Una antorcha por Bar Kojba
Una antorcha por los conquistadores de Canaán
Una antorcha por la Santificación del Nombre
Una antorcha por la Reunión de las Diásporas
Una antorcha por los Combatientes de los Guetos
Una antorcha por los exiliados a Babilonia
Una antorcha por los Hasmoneos
Entonces, nuevamente pensé: ¿qué es una festividad y cómo se debe celebrar?
Toda festividad tiene su propio trasfondo, su historia, su vivencia, su folklore y su tradición especial. La festividad de Janucá conmemora la guerra de los pocos contra los muchos: una fiesta de heroísmo, de liberación, de independencia, y es la Fiesta de las Luminarias. La festividad está vinculada a una etapa histórica determinada y totalmente definida. ¿Por qué, entonces, tenemos que mezclar otros grandes e importantes acontecimientos en el contenido de esta fiesta? La cadena de heroísmo desde entonces hasta hoy, a lo largo de toda la historia del pueblo hebreo, sus sufrimientos y sus guerras, hasta la Guerra de la Independencia, ciertamente pueden servir a un tema unificado, ¿pero por qué separamos cada fiesta de la otra? Dejemos el relato de la Salida de Egipto solamente para Pesaj, la antorcha de la conquista de Canaán para el Día de la Independencia, y sobre los Combatientes de los Guetos hablemos en el Día de la Shoá, etc. Creo que esta "mezcolanza" le rebaja el valor y la singularidad a esta festividad. O bien, reduzcamos la lista de festividades con trasfondo moral a una sola, y entonces Janucá, Pesaj y el Día de la Independencia serán las Fiestas de Liberación y Heroísmo. Y una segunda lista, las fiestas de la naturaleza, serán otra y única fiesta.
Me parece, de todos modos, que el camino correcto es la celebración de una fiesta con una tradición propia que le es adecuada a ella y a nosotros. Cantemos las canciones de la festividad, comamos sus alimentos festivos, contemos la historia de la fiesta. Las antorchas las encenderemos en recordación del milagro que ocurrió en el Templo, y relataremos la historia de la guerra heroica de Matitiahu y sus hijos. Cantemos: Sevivión sov sov, Maoz Tzur, etc. Friamos levivot y comamos sofganiot.
Encendamos las velas en una gran janukiá en el comedor colectivo, que no se renueve cada año, siempre con ideas "pioneras", kibutzianas, conservémosla en el depósito cultural con la cera derretida del año pasado sobre ella. Guardemos los adornos y mantengamos la bella tradición de cada una de las festividades.
Nota: En el jardín de infantes se utiliza la misma janukiá desde hace ya diez años por lo menos. Nosotros, los papás, presentamos ante nuestros hijos la misma obrita de teatro, "El milagro de Janucá", desde hace ya 8 años como mínimo, y hasta los ciento veinte… Y siempre permanece expectativa de la fiesta, la emoción con vistas a su llegada, justamente desde la conservación de esta tradición.